lunes, 11 de marzo de 2013

NOS Y OTROS, LAS DIVISIONES Y LOS ESPEJOS

En las historias que nos contamos a diario, existen agujeros que solemos rellenar con  pre-juicios, cosa de que se adecuen a lo que llamamos realidad. Una realidad que no tiene "fallas", ni fisuras, y que sirve para reafirmar que estamos siempre del lado de lo "cierto", lo correcto, y sobre todo del lado de lo "completo". Jamás podemos declararnos ignorantes en ningún aspecto que consideremos importante o esencial;  y es por ello que todo lo que desentone o cuestione a nuestro ego, será desterrado del edificio de juicios y prejuicios que hemos levantado como monumento a nuestro saber. De este modo, evitamos en forma inconsciente, observarnos en nuestra incompletud, e incluso, en nuestra incompetencia, a la hora de enfrentarnos con quien nos señala  alguna "falta".  Prueba de esto es que eliminamos de nuestra lectura, de nuestra escucha, de nuestras amistades, o de cualquier parte de nuestro mundo; a aquel que no piensa igual,  que vota a otro partido político, que cree en otros dioses, que difiere en las interpretaciones de lo que considera real, o que de una u otra forma, puede amenazar nuestra imagen devolviéndonos un reflejo no deseado de ésta. Junto a nosotros quedarán solo los que tengan un "parecido" y no quienes pongan de manifiesto las diferencias. Sin darnos cuenta, dividimos de este modo al mundo entre "buenos" y "malos", verdaderos y falsos, profetas y embusteros, y todo lo que pueda ser soporte de los dos extremos en que vamos apilando la vida, sin ver jamás que quien está en falta, es uno mismo.  El error queda siempre depositado en la vereda de enfrente, y es por ello que solemos apostarnos con una aureola del lado que califica de correcto; dejando al otro del lado de lo malo, lo feo, lo injusto, y lo incompleto. Como podría admitir nuestro narcisismo que la falta es suya?. Dentro nuestro, no hay "hueco" de información posible, ni hay posibilidad de estar interpretando mal los datos de la realidad. Quien siempre se equivoca es no-yo.; y somos una especie de paranoico cuya posesión de la verdad toda, nos lleva a ser cuestionados, fustigados, y observados por gente malintencionada que no tiene otra cosa que hacer que llevar el lado oscuro de nuestros propios agujeros. El ego es la prótesis que niega nuestras faltas; le dedicamos un estilo, un vestuario, una personalidad, una forma distinguible en trato, palabras, en símbolos. Todo eso, incluso algunos atributos intelectuales y sobre todo espirituales, forman parte de él; y le colgamos mil adornos para fortalecerlo y no dejarlo expuesto al ridículo que implicaría verlo tropezar en la vereda, para que otro se ría. No obstante, su caída puede dejarnos sentir que no siempre nuestros disfraces son efectivos, aunque los demás no se rían.

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