viernes, 15 de marzo de 2013

ESTAMOS DESPERTANDO?

Consciencia es una palabra bonita a la que solo accedemos cuando nos duele tanto el alma que nos es imposible seguir viviendo desconociendo nuestras profundiades. Es ahí cuando desbordados por la angustia, buscamos ayuda en quien nos pueda conducir a través de la oscuridad, y así poder acceder al conocimiento de una verdad muy escondida, y por supuesto, liberadora. No obstante, el lento trabajo de encontrar tesoros en el inconsciente no es una materia en la que estemos demasiado interesados, y es por ello que hacer una "inversión" que sirva para ir hacia adentro no reditúa tanto como aquellas que hacemos para todo aquello que forme parte de la cáscara, de nuestro exterior, y de la superficie. La ropa, los accesorios, el gym, las cirugías estéticas, los cosméticos, la tintura, el corte de pelo,  el spa con gemas y perfumes "espirituales" y mil adornos que maquillan nuestra apariencia,  son venerados en la misma proporción que lo "fast", el nuevo costado "intelectual" de esta estética que también promete llevarnos al paraíso del conocimiento con unos cursos por acá, y otros por allá, mientras que los más "comprometidos" con lo "profundo" prefieren obtener títulos a la velocidad de la luz y acortando en mucho los tiempos universitarios como si la complejidad humana fuese la misma que la de armar una torre con legos o pelar una cebolla capa por capa pero con el cuchillo de unas cuantas frases repetidas, remanidas y que apuntan al intelecto que confunden con los recovecos inasibles alma. Dedicar años años de estudio y sobre todo de conocimiento, -algunas veces la universidad no da ese don que hay que traer en el corazón para abrir corazones y mente-, es considerado algo demasiado pesado para la fácil tarea de meter nuestras narices en el privado e íntimo mundo del prójimo, creando así un modelo de ser humano que cada vez  más, se construye sobre la imagen, las trampas mentales que nos enredan en supuestas "recetas para todos", y nos dejan en  la superficialidad como si el mismo remedio pudiese curar a María que a Juan. Por último, cualquier cosa que llamemos "espiritualidad", ha hecho realmente una evolución que en líneas generales parece favorable; y lo que tiene de bueno, es haber dejado de ser propiedad exclusiva de aquellos que visten algún atuendo dejando de traslucir una exterioridad beatífica. No obstante, también es cierto que el extremo contrario que se mantiene gracias a bellas imagenes, palabras sahumeriadas con sensibilidad,  comprensión y  bendiciones; son solo una mascarada que se transforman en maldiciones y enojo callado ni bien se tuerce la relación al más mínimo cambio. Ni hablar de la palabra humildad!. Es cuestión de hacer una pregunta, de profundizar en algo, de intentar llevar una conversación un poco más consistente como para observar como poco a poco se recalienta el ambiente y surgen enojos que uno no sabe de donde provienen. Por supuesto, no son pocas las veces que provienen de una huida por no saber que decir ni contestar, porque el "copie y pegue", está a la orden del día.
En síntesis, todo esto es un tema como para mirarnos, -nos guste o no-, en un espejo social, colectivo y humanitario que está deteriorándose y haciendo de lo superficial, lo exterior, lo fácil, lo rápido, y lo inconssistente, su religión. 

Para recordar: solo cuando algo que hemos visto de nosotros mismos nos ha dolido enormemente, podemos decir que nos hemos vuelto conscientes, que hemos despertado. Aceptar que lo que nos hace distintos es saber que nos parecernos a los demás, es un paso. El siguiente es dejar de lado la supuesta superioridad espiritual que nos da el quemar algunos sahumerios, leer el último libro de autoayuda o repetir afirmaciones como un loro. Si no nos vemos un poco más a fondo, es muy probable que nos estemos engañando acerca de nuestro estado vigil exigiéndonos poco, esperando del los demás todo y creyendo que con repetir "mantras" o recetas, es suficiente. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario