jueves, 28 de febrero de 2013

RAZÓN Y REFLEXIÓN



La razón solo pretende pisar cabezas. 

La reflexión en cambo, mantiene la mente abierta para que cuando abras la boca, de ella solo salgan palabras valiosas y sin doble faz.
Quien reflexiona aprehende. 
Quien razona TAMPOCO aprende, ya que su fin es atacar lo que no comprende , incluso si lo incomprensible es del tamaño de una ameba. 

Por lo tanto, la razón es por definición irreflexiva, y va de la mano de la ignorancia porque desoye todo aquello que no la alimente. 
La razón muere de anorexia, 
la reflexión nutre al alma. 
La razón divide, 
la reflexión integra.

La razón busca el aplauso y el reconocimiento ajeno, 

la reflexión busca la integridad y la coherencia interna. La razón pelea y busca poder, la reflexión busca el equilibrio entre los polos en disenso. 
La razón parapeta al ego, 
la reflexión lo empequeñece. 
La razón esgrime una espada, 
la reflexión le quita el filo. 
La razón desea vencer, 
la reflexiòn busca saber.

La razón me lleva a escindir al pensamiento de la prédica, del sentimiento y la acción; y a ser un esclavo con muchos amos a los que obedecer. 


La reflexión lleva a integrar lo que SIENTO, PREDICO, PIENSO Y HAGO para acceder a una síntesis mayor.

Tú eliges.










miércoles, 27 de febrero de 2013

LA EXPERIENCIA DE LOS OTROS - Por Lic. Gabriela Borraccetti



La experiencia de los otros no existe. Solo debes vivir la propia.

Lo que otro pueda decirte acerca de algo que tienes en mente, no sirve.

Los sueños que tienes en el corazòn, son todos realizables y nadie puede aconsejarte.

Los deseos que albergas en tu alma, no tienen duplicado aunque otros hayan tenido aparentemente los mismos.

El amor que guardas en tu pecho, no es el mismo amor que otro acunò,

y las frases que crees comprender igual que los demàs,

no poseen para tì el mismo significado que adquiere para otros.

Nunca pienses que porque compartes el mismo lenguaje,

para tì significa lo mismo que para mi una palabra.

Tan solo toma una hoja y ponte de espaldas a otra persona mientras una tercera dicta un dibujo:

Linea horizontal de derecha a izquierda, lìnea vertical hacia abajo seguida de un cìrculo y etc., etc. etc...

Cuando compares los dibujos, tu compañero de espaldas lo habrà hecho exactamente invertido al tuyo.

Si ambos dibujaran una taza, seguramente la taza serìa muy diferente la una de la otra.

Sin embargo son tazas. Pero nunca iguales.

Por eso, ama y respeta tu vida.

Pero por sobre todo,

sostiene tus sueños,

Tu amor,

tus deseos,

tus pensamientos,

tus esperanzas.

Son el motor de la vida: solo de tu vida.

Los demàs, han probado alguna vez. Y si les ha ido mal, ese no tiene por que ser tu destino.

La mente condiciona todo aquello que elijas hacer. Y si permites que otros predigan el resultado,

no tendràs vida propia.

Y aùn los astròlogos saben que cada uno viene con un mapa de potencialidades.

Depende de tì hacer realidad tus propias estrellas.


Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica

DES-ACUERDOS

En todas las conversaciones que se convierten en discusión, existen puntos de vista totalmente diferentes, formas de pensar radical o parcialmente distintas, y una lente totalmente particular a través de la cual se analiza el tema; puesto que cada quien, parte de una tabla de valores, aspiraciones, creencias y postulados, que jamás pueden igualarse de una persona a otra.
No obstante, y bajo formas bastante comunes de reconocer, los integrantes de la saga, luchan y se debaten por imponer su punto de vista al interlocutor; como si se tratara de "convertir" al catolicismo a un judío, o cambiar la bandera del cuadro de fútbol al fanático del equipo opuesto. Imposible.
Aún así, todos hemos participado de tales escenas, y aunque no lo queramos reconocer, nos hemos comportado como fundamentalistas, fanáticos, y  tiranos, a la hora de respetar a quien opina en forma diferente a nosotros. En no pocas veces, la charla pasa a ser una confrontación, y de confrontación pasa a ser una guerra en donde la adjetivación, -"estás loc@?", "te sentís mal?", "tenés una mala jornada?"; son formas de comenzar con el pié izquierdo en el debate; puesto que pareciera que lo que al final importa, es que el otro "piense como yo", o declarar inválido al contrincante como si eso se tratara de una "lucha" en un ring de boxeo.
No son pocos los que luego de argumentar una y mil veces, salen de una conversación sin haber captado en absoluto, que es lo que el otro le quiso decir; sino que además -y como si fuera poco-, abandonan la "pelea" diciendo que no les gusta pelear, y culpando al otro de su modo de reaccionar. En la mayoría de los casos, pareciera que cada uno se ensaña contra la posición de aque a quien pasa a tratar como "adversario", y gracias a la ceguera absoluta que se enciende por la bronca, se deja de advertir ya sea la perspectiva, o todo punto de acuerdo que pueda existir entre las posiciones. A partir de allí, es como si el desacuerdo, para ser tal, debiera consistir en estar en la vereda de enfrente, viendo al otro como un ser totalmente equivocado, y sin poder otorgarle algo más que un "adjetivo" que lo encasilla y lo encierra en la sin-razón.
En este tipo de intercambio, no queda nada que conciliar, pero quizá una imagen pueda decir más que mil palabras, y quizá debamos recordarla a la hora de los enfrentamientos:


martes, 26 de febrero de 2013

LA PALABRA Y LA COMUNICACIÓN


Una palabra, no tiene tan sólo un significado. Una palabra tiene significación múltiple según culturas, educación, herencia, necesidad, etc. Por lo tanto, cuando uno dice algo, pide algo, enuncia algo, ...algo en la palabra se pierde.
La palabra es incompleta, nunca describe con totalidad aquello que queremos expresar y solo podremos hacer cadenas de ellas en el intento de buscar que el otro nos entienda tal y como queremos expresarnos.
Sin embargo, el malentendido existe, aunque muchas veces pase desapercibido y creamos que el otro nos ha comprendido tal como queríamos. Eso es lo que hace que creamos en la comunicación. Pero la comunicación..., no existe.
Por otro lado, la palabra plantea diferencias. Las introduce: quisiera que se imaginen la palabra "Damas" y la palabra "Caballeros", escritas por sobre una barra. Por debajo de cada barra, dos puertas, totalmente iguales
**DAMAS** **CABALLEROS**



Como vemos, aquello que en lo real no tiene diferencia alguna, pasa a tenerla cuando es nombrado. No existe diferencia dada, sino una diferencia que se produce por la estructura misma del significante.
Esta misma estructura pone en juego lo "legal", los pactos sociales, y en este ejemplo de las puertas, fácilmente advertimos que hay un precepto que dice que mujeres y hombres no deben compartir baños públicos. Entonces, la palbra divide, causa diferencias y a su vez introduce una legalidad: vos sos distinto de mí; y legalmente, cada uno inclusive, tenemos un nombre en el registro civil que implica derechos y obligaciones.
Si la palabra se perdiese, y tan sólo reinara el acto, es muy probable que el ruido la suplantara. Y que en vez de amenazar con "te voy a pegar", diéramos un golpe.
Una de las formas de mantenerse en la "legalidad", es intentando hablar.
Si no, el camino que queda es la a-dicción y el acto puro. Dos cosas que por lo visto, están suplantando el diálogo en una sociedad que tan sólo consume.


Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica



Ref. bibliográfica: J. Lacán: "La instancia de la letra" / "Las formaciones del inconsciente"

lunes, 25 de febrero de 2013

LAS LUCHAS ENTRE LOS SEXOS - Lic. Gabriela Borraccetti



Cuando un hombre discute con una mujer y se ve superado, o al menos enfrentado de igual a igual, éste le puede decir que:

-tiene un mal día

-le vino el período

-es extremista

-es loca

-es ridícula

-es mala

-bruja

-es conchuda

-es agresiva

-pierde el sentido de la proporción

-se va a los extremos

...y una serie de epítetos que tienden a demostrar que ellos no han dejado de tenerla. Que siempre es y será masculina, y que este preciado tesoro a ellas les falta. 
Tenerla y no perderla en un debate, es fundamental, porque si se quedan sin ella, pueden llegar a pagarlo caro. 

Me refiero a tener-la razón,  O Uds. pensaron en otra cosa?.


A esto alude Freud cuando habla de falo y castración; y es que las luchas por el poder en cualquier ámbito, siempre implican una competencia para ver quien la tiene más larga, poderosa, potente, sapiente, y etc. etc. etc. 
No obstante, cuando discuten ambos sexos, no es infrecuente que se humille a la mujer atacándola con des-calificativos  antes que con argumentos.  La pérdida de la "contienda" para el hombre, equivale psíquicamente  a la pérdida de su miembro viril, y es por ello que, para huir del terreno en el que se siente amenazado por la castración, agrede a la mujer desde lo emocional; cosa de recordarle, -desde la perspectiva infantil de las teorías sexuales que se elaboran en la infancia-, que es ella quien ya ha sido castigada/castrada, y que no tiene forma de detentar el poder/pene que él sí tiene.

Es por este complejo inconsciente que el término favorito más comunmente utilizado como agresión, es el de HISTÉRICA;  dado que proviene de "histerum o útero",  y hace directa referencia a un hueco o cavidad que implica la ausencia de pene. 
Estas teorías infantiles que quedan olvidadas y a posteriori racionalizadas, no pierden su efectividad, y manejan nuestras vida desde las sombras inconscientes.  Aunque en la edad adulta puedan parecernos objetivamente un dislate, constatamos a diario que lo que se disputan las parejas, es  el "falo";  pudiendo llevar éste, el nombre de "pertenencias", "dinero", "trabajo", "sexo", "razón", o cualquier cosa que se haya constituído en "valiosa", y capaz de otorgar "PODER" o "dividir las aguas".


Cualquier lucha entre los sexos, -o incluso entre pares-,  implicará en el fondo al par fálico/castrado. No obstante, es excelente tener en cuenta que siendo las mujeres mucho más fáciles de manipular desde lo emocional, no es bueno caer en la trampa de estos adjetivos que remiten psíquicamente  a lo que no tiene solución; es decir a  la falta, la castración, o la impotencia. Si caemos en esta  red, no sólo no solucionaremos nada, sino que comenzaremos otro round en el intento de negar la falta; con lo cual el problema original pierde fuerza y se consume las nuestras, impidiendo así arribar a algún objetivo. 
Cuando accedemos a hacernos cargo de que todos estamos en falta, las cosas cambian; sin embargo para llegar a ello, hace falta algo más que este artículo, algo más que este aviso, y algo más que la evitación de las jugarretas a las que creemos poder manipular con tal de no vernos... en falta. 

Lic. Gabriela Borraccetti-Psicóloga

domingo, 24 de febrero de 2013

ESTAMOS TODOS LOCOS


Cualquier tipo de retaliación fìsica, jamás puede ser la solución a ningún problema. Hubo tantas masacres, guerras, torturas, castigos y aquí en pleno desarrollo de la ciencia que puede curar casi cualquier enfermedad, seguimos pensando en castigos y mano dura sin prestar atención al mensaje. Seguimos matando al mensajero, al síntoma, pero sin buscar el origen de la enfermedad.


No estaríamos 24 hs. en estado de "alerta", constantemente a la defensiva y por ello mismo llenos de stress, si no estuviéramos dispuestos a atacar a quien nos ataque; lo cual tenemos grabado ya en nuestras mentes como si fuera un mantra que nos repiten a diario. No hay un momento del dìa en que no se alimente nuestra violencia, con la violencia transmitida por varios medios masivos de comunicaciòn, màs pelìculas, revistas, diarios.


El miedo genera violencia, y el primer disparo es dado por quien màs la padece. ¿No crees que aquel a quien no miras no està registrando un acto de violencia con la que lo declaras inexistente?. ¿Que sentís cuando tu pareja, tu hijo, tus padres o tus amigos te ignoran?. Ni que decir si lo hicieran abiertamente como tu lo haces todos los días, con los que pasan a tu lado mal vestidos, sin comer, sin techo, sin futuro y sin tus mismas posibilidades...!. No comprendes por que al otro le duele lo que a ti también te duele, ... no es cierto?. Una cosa es que te declaren inexistente a ti a tu pequeño ego, y otra es que seas tu quien declare inexistente a otro corriendole la mirada. Pues ese es en realidad el primer disparo. Esa mirada que se fuga, ese declarar invibisible a alguien, es el primer acto de violencia. Entonces, quien se puede declarar libre de culpa y cargo?. Lo que ves afuera, te pertenece.


Si queremos seguir mejorando la tecnología y las leyes pero no la consciencia, no vamos a erradicar la locura en la que vivimos. 

Ni Ud. ni yo estamos fuera de una sociedad que desprecia la vida animal, vegetal, humana; depredando constantemente el ambiente en el que vive y cerrando los ojos esperando que la solución venga siempre de un otro. No obstante, con cerrar los ojos dormimos la consciencia, y dejamos para los demás, lo que no queremos hacer nosotros. Así de violentos somos y aún así esperamos un mundo mejor.
Como dijo Einstein, la locura es hacer una y otra vez lo mismo esperando distintos resultados.

sábado, 23 de febrero de 2013

LOS EFECTOS DE LA PALABRA


Una palabra, no tiene tan solo un significado. Una palabra tiene significación múltiple según culturas, educación, herencia, necesidad, etc. Por lo tanto, cuando uno dice algo, pide algo, enuncia algo, ...algo en la palabra se pierde.

La palabra es incompleta, nunca describe con totalidad aquello que queremos expresar y solo podremos hacer cadenas de ellas en el intento de buscar que el otro nos entienda tal y como queremos expresarnos.

Sin embargo, el malentendido existe, aunque muchas veces pase desapercibido y creamos que el otro nos ha comprendido tal como queríamos. Eso es lo que hace que creamos en la comunicación. Pero la comunicación..., no existe.

Por otro lado, la palabra plantea diferencias. Las introduce: quisiera que se imaginen la palabra "Damas" y la palabra "Caballeros", escritas por sobre una barra. Por debajo de cada barra, dos puertas, totalmente iguales, encolumnadas una debajo de cada palabra. Por lo tanto, aquello que en lo real no tiene diferencia alguna, pasa a tenerla cuando es nombrado. No existe diferencia dada, sino una diferencia que se produce por la estructura misma del significante.

Esta misma estructura pone en juego lo "legal", los pactos sociales, y en este ejemplo de las puertas, fácilmente advertimos que hay un precepto que dice que mujeres y hombres no deben compartir baños públicos. Entonces, la palbra divide, causa diferencias y a su vez introduce una legalidad: vos sos distinto de mí y legalmente, cada uno inclusive, tenemos un nombre en el registro civil que implica derechos y obligaciones.

Si la palabra se perdiese, y tan sólo reinara el acto, es muy probable que el ruido la suplantara. Y que en vez de amenazar con "te voy a pegar", diéramos un golpe.

Una de las formas de mantenerse en la "legalidad", es intentando hablar. Si no, el camino que queda es la a-dicción y el acto puro. Dos cosas que por lo visto, están suplantando el diálogo en una sociedad que tan sólo consume.

CAMBIOS DE FORMA, CAMBIOS DE FONDO

Hay muchas formas de auto-engañarnos y de alimentar los mitos que nos confirman aquello que queremos creer de nosotros y de los demás. Por ej. quien valorice en forma extrema el conservar a los amigos de la infancia,  la casa de toda la vida, los roles que siempre ha sostenido, etc.;  suele ser una persona a la cual le parece que en general cambiar, es síntoma de "inestabilidad", de poca fiabilidad y de inseguridad. Son por lo general personas que sostienen "mejor malo conocido que bueno por conocer", y es por ello que siempre encontrarán al agente de los cambios, bajo la forma de "otro" o de destino proveniente desde el exterior. Los demás serán entonces esos agentes "desestabilizadores", que podrían amenazar con dejar nuestra vida patas para arriba si los dejamos de controlar; pero indefectiblemente, la palabra "control" y "manipulación", no sonará bien en nuestro diccionario, y por supuesto, la endilgaremos a alguien más para que nosotros sigamos siendo esas personas limpias que solo tratan de mantener el orden. De este modo, dejamos fuera del diccionario de nuestras definiciones, aquello que implica la parte más nefasta de nuestras elecciones, y vamos forzando a que en nuestra novela, se forme siempre la misma frase: "yo soy un manantial de seguridad y tranquilidad, y los locos, controladores, desestabilizadores imprevisibles e irresponsables, son los demás". Poco a poco, vamos arrumbando en el "cuartito de los cambalaches" del hogar o de la mente; aquello que desentona con el amoblamiento general de la casa o la personalidad; dejando a la vista, solo aquello que deseamos ver. Aquello que quede delante de nuestra nariz, será el libreto que hemos elegido creer respecto de nosotros mismos; no obstante, lo que hemos suprimido, tendrá el rostro de las personas que nos enfrentan a la necesidad de cambiar. 
Dicho esto, no es extraño escuchar a muchas personas esgrimir que han cambiado profundamente;  no obstante seguir viviendo del mismo modo, con el mismo entorno e idénticos conflictos vividos con sus padres ahora con sus hijos. 
Uno de los más prácticos, -y no mejores ni únicos-,  modos de evaluar nuestro nivel de cambios internos, es mirar las circunstancias, personas y problemas que nos rodean.  El cambio interno suele tener un espejo en el afuera, y ello puede demostrarnos hasta donde hemos hecho modificaciones de forma o de fondo. Los personajes pueden cambiar, .y esto sería una modificación de forma-; pero si los problemas que nos solían aquejar se han alejado, puede ser que como una gran ola de agua, nuestras nuevas perspectivas hayan removido un fondo que era necesario limpiar. Como siempre, conviene no engañarse con la mirada.

viernes, 22 de febrero de 2013

LA INSEGURIDAD Y SUS HUELLAS - por Lic. Gabriela Borraccetti

Las personas que no se sienten seguras de sí, apelan  a las cuestiones de imagen y de forma. Mantenerse de punta en blanco en apariencia y actitud es fundamental; así como también estar siempre sonrientes, de buen humor, siempre ecuánimes, nunca emitir un exabrupto, nunca una emoción alejada del centro (según su propio parámetro de centro) o de lo aceptable;  nunca una contestación, nunca un papelón, y nunca un gesto notorio de enojo, cosa de parecer tenerlo todo resuelto.

En estos términos comienza el arduo camino de vivir pendientes de que no se nos noten las "imperfecciones", volviéndonos extremadamente cuidadosos con todo aquello que pueda denotar que la cualidad de  mortal, de ser común y corriente, igual a él, igual a ella, o igual a cualquiera.

Entre otras manifestaciones, se suele tener gran preocupación por el número de lo que nos rodea; cantidad de gente que me saluda, que me apalude, que vive pendiente de mí; y si no es por el número, es por el tipo de personas que son capaces de "seguirme" o declarar con un "me gusta" que soy importante.

También está la actitud del "guía", del sabio, el serio, el ángel o el humilde que jamás se baja del pedestal, dedicándose solo a dar clases, consejos, emanar espiritualidad, superioridad, poder y un cierto aire de ecuanimidad y equilibrio.

Pueden ser tanto grandes detractores como cultores del ego, que en lugar de ser el sano apoyo de su personalidad, pasa a ser el bastón que necesitan para hacer casi cualquier cosa en su vida.  Jamás se aprestan al juego con los otros,  puesto que el juego implica "estar a la par", a la vez que un riesgo y falta total de cálculo y previsión.

Estas personas son extremadamente narcisistas, y no gustan de entablar relaciones de igualdad, sino de superioridad, en donde ocupan algunas veces el escalón de arriba;  mientras que en otras situaciones, -quizá por la fuerza de las circunstancias-, deben ocupar el de abajo...; y eso es lo que temen a la vez que detestan.

Gracias a este enorme temor a quedar en evidencia de su inferioridad, dejando al otro en posición de autoridad; jamás alguien inseguro, se arriesgaría a dar al otro, un lugar de paridad en su vida. El temor a ser criticado es tal, que prefieren guardar lo que piensan, -el resgurardo es constante en su vida-, antes de tener que defender o exponer sus argumentos ante un atacante que imprevisiblemente esté más calificado que ellos. Aún así, el atacante vive en su interior, y esta cualidad cruel y crítica, no solo les es propia, sino que les aparece insitentemente en sus relaciones cotidianas que poseen un real tinte verticalista,.

Lo que temen padecer como externo, se encuentra dentro de sí durmiendo enroscado como una serpiente voraz que todo lo ve, todo lo oye y todo lo critica, saliendo en la oscuridad tanto de de los roperos de la psique, como de los sótanos del alma.

La necesidad de ser lo más parecidos a la perfección, es tan sólo una forma de defenderse de ese sentimiento que aplasta y deja al sentimiento de sí del tamaño de una hormiga que intenta mostrarse fuerte bajo un halo de magnificencia.

Como siempre, fortalecemos afuera lo que llevamos y sentimos débil por dentro.
Lic. Gabriela Borraccetti-Psicóloga Clínica

martes, 19 de febrero de 2013

CONFLICTOS MADRE-HIJA

Los graves conflictos entre madres e hijas, existieron, existen y existirán en el transcurso de la historia de este mundo; y aunque llegado el famoso día de la madre, los negocios, las redes sociales, y los hogares, se llenen de regalitos, visitas, y llamados de teléfono; no son pocas las personas que siendo adultas, se quejan aún de esas mujeres que los ha criado sirviéndole la leche con un dolor que no pudieron evitar transmitir. Como es habitual, suele suceder que los grandes agujeros en estas relaciones, se tapan con grandes dosis de culpa, remordimiento, demandas exageradas, sensibilidad enfermiza, reproches encubiertos y una gran cantidad de represión; tomando a todos estos derivados como "amor", mientras que se trata de "amores equivocados". Por supuesto, allá enterrado en el tiempo y bajo capas de frustración, duerme una demanda que es sin dudas demanda de afecto; sin embargo, lo que se ha vivenciado, dista en mucho de ser un sentimiento sano, nutritivo, y facilitador de "seguridad emocional"; perpetuando en la línea de tiempo y de generación en generación, relaciones  filiales insatisfactorias, con egos infantiles, incapaces de ver que en el propio fondo, se encuentran llorando las infantiles heridas de la niñez.
La relación madre-hija suele tener muchas más posibilidades de conflicto cuando en la misma infancia materna, se vivió al padre como "la presa codiciada", sin poder la madre evitar tomar a su hija como una competidora por el amor de su hombre. Es normal y natural que sea al revés, y que sea la niña quien tome al padre como objeto de amor; no obstante, es necesaria la madurez de la madre, para ver en la hija a una hija, y no a otra mujer que compite por el amor de su pareja. Desde el momento en que la madre lleva en sí el dolor de un vínculo materno insatisfactorio, carente de dulzura, y poco contenedor; la falta se vuelve a transmitir y tenemos generaciones de mujeres peleadas con su madre interior (y exterior), que se han llenado de celos, demandas, inseguridades y posesividad; gustando de estar siempre al acecho de pruebas que le confirmen su importancia. Estas mujeres deforman su afectividad, hasta el punto de no poder ceder su lugar de niña a la niña que ellas mismas traen al mundo; y es por ello que el vínculo madre e hija, se transforma en una competencia de pares niña-niña que es muy difícil de superar.
En la base de todo conflicto de estas características, existe en definitiva, una persona infantil, que no ha podido tramitar su complejo de Edipo, y que sosteniendo aún su posición de niña, se convierte en madre. En ese momento, los conflictos que se encontraban latentes en la mujer, comienzan a hacerse visibles, dado que por lo general, a su vez esta persona inmadura, ha elegido como pareja a un padre  en lugar un PAR. Por medio de este acto electivo sumamente inconsciente, pasa a verse una vez más en situación de competencia con otra mujer al momento de engendrar una niña; siendo ese el modo de perpetuar el pecado de los padres, al menos hasta que alguien sea capaz de hacer consciente aquello que se hereda casi como una maldición.
No es poco frecuente escuchar un "yo hice todo lo contrario que mi madre hizo; e igual las cosas no salieron bien"; no obstante, lo que no se ha tenido en cuenta, es que no se trata de lo contrario ni de la copia, sino de dejar completamente atrás una herencia que primero debe hacerse consciente para poder modificar. De hecho, nada se modifica yendo al extremo opuesto, dado que los extremos de una cuerda, pertenecen a la misma cuerda.
Algo muy diferente es plantearse un lugar DISTINTO en donde tomar consciencia de nuestros deseos infantiles y de nuestra inmadurez. Si no vemos eso primero, dificilmente podamos batallar con una predisposición a ser infantiles por el resto de nuestras vidas.
El vínculo con la madre, es el encargado de dejarnos una base desde la cual aprender  proteger y ser protegidos, y si este vínculo falla, es muy probable que transmitamos nuestras frustraciones y dolor a través del tiempo sobre nuestra descendencia, condenándola a buscar el amor filial, en relaciones que jamás podrán serlo. Es algo realmente difícil hacernos cargo de que Edipo, es un mito de pasaje universal; y no es poco usual escuchar a muchas mujeres negarlo, o decir que "tienen todo superado". No obstante, se hace notorio un caracter infantil, y una gran incidencia de relaciones triangulares; no necesariamente de infidelidad,  o llenas de intentos de conquista tan solo por auto-adulación; sino por vivir en medio de peleas, intrigas, secretos y chismes, que son típicos de quienes quieren guardar algún tipo de poder tendiendte a distanciar a los otros, dañarlos, o ponerlos de su lado como un modo de conquistar lo que considera perdido: su seguridad.
Amigarse con la madre interna, sana los vínculos con el resto de las personas, y evita la creación de conflictos que solo sirven para propulsar juegos de poder. 

domingo, 17 de febrero de 2013

MIEDO A SER UNO MISMO

Nuestra identidad se basa en lo que llamamos "Identificaciones". Desde que llegamos al mundo, asistimos e incorporamos como propia,  una predisposición general que trata de homologar al recién nacido con uno de sus padres; y es por ello que como si fuera un ritual de pertenencia, lo primero que hacemos ante la visión de un bebé, es buscar el parecido parental de la critatura: a la mamá, al papá, y por qué no al abuelo, al tío, o incluso a "extraños" de la familia.  Siguiendo en esa línea, nuestras virtudes y nuestros defectos a medida que vamos creciendo, pasan a tener antecedentes en la cadena de los que nos precedieron, y según una cantidad de viariables que incluirán inevitablemente la afinidad o el rechazo por los comparados;  pasaremos a ser tan tesoneros como el abuelo, a portar el mal genio de la abuela, a poseer la inteligencia del padrino, o el ánimo vengativo de tía Rosita.  De este modo, casi nada podrá asimilarse como característica propia, ni quedará librado a la unicidad; mientras que paradojalmente,  vamos creando una imagen considerada "única", con los restos de lo que hemos heredado de los demás. No caben dudas de que la genética tiene realmente un gran papel que cumplir en estos "parecidos"; no obstante, la combinación de los genes hace de nosotros seres realmente únicos que quedan "pegados" a los adjetivos calificativos de nuestros mayores. De hecho, muchas veces se nos adjudican características que terminamos por "adquirir"; obedeciendo inconscientemente gracias al poder de la palabra y la autoridad de los mayores.  Quien no se ha sentido alguna vez humillado cuando le han dicho "vago como un fulano de tal",  por haberse sacado una mala nota en el colegio?. Y no son pocos los que han padecido serios estigmas por ser comparados con alguien realmente criticado y marginado por la familia. En este edificio "construido" como una identidad individual, tiene mucho de arquitectura y poco de espontaneidad y escencia;  no obstante, tiene el peso de la carga hereditaria que se "repite" por gracia de lo cultural.
Aquello que es verdaderamente original y nuestro;  eso a lo que llamamos "SI MISMO", es algo que por lo general choca con la educación, los padres y el entorno; siendo un camino contrario al anterior, en donde el des-aprendizaje, es lo que queda por recorrer. Ni bien nuestra unicidad asoma, comienzan los grandes tironeos entre lo que hemos adoptado como mismidad/identidad; y lo que interiormente quisiéramos mostrar, ser y hacer en el  mundo.  No es extraño que por no defraudar o no perder la aprobación y el amor, nos resignemos a abandonar la expresión genuina de nuestro Ser Esencial; y es por ello frecuente que quien no quiera dejarse vencer por el peso de su entorno y cultura, pase por una ardua labor no exenta de dolores, para transitar un camino por el cual llegar a ser quienes realmente se ES.
Nadie nos habilita a ser nosotros mismos; ya que la originalidad es "lo distinto"; y por ser diferente, desentonar, tiene un costo que se paga y se premia con libertad e independencia. No son mayoría los que se atreven a SER, resignando o al menos arriesgando, el aplauso o la pertenencia; y es por ello que habrá que pensar un poco más detenidamente el mérito o el orgullo de "parecernos a"; prestando más atención a que hay mucho de nosotros sofocado bajo esos "parecidos". La individualidad y la originalidad, se alejan con cada acto de inseguridad, de hipocresía, de búsqueda de aprobación, y de temor al desamor; y se acerca cuando renunciamos al miedo de no pertenecer.

viernes, 15 de febrero de 2013

LA PROYECCIÓN, LOS BUENOS Y LOS MALOS

Solemos leer cada tanto, que lo que observamos en los demás como detestable, es algo que no toleramos ver en nuestro interior. Sin embargo, la pregunta que se sobrepone es: ¿entonces qué hacer?. Podremos criticar lo que vemos?. Está mal juzgar?. Debemos considerarnos ladrones cada vez que destilamos ira contra alguno que ha robado a un anciano?. O, sería acertado considerarnos violadores en potencia, cada vez que deseamos castrar a alguno que ha arremetido contra la inocencia de un niño?.  Por supuesto, al reflexionar y  equiparar situaciones, nos parece totalmente irracional vernos en el lugar del condenado, cometiendo alguna de esas aberraciones de las que nuestros educadores, se han cuidado bien de no inculcar; y es por ello que muchas veces descartamos de plano, un análisis un poco más exhaustivo, queriendo creer que esta aseveración, es simplemente la exageración de un mecanismo psicológico llamado "proyección".  No obstante, -y aunque nos encantaría que se tratara de una forma de defensa utilizada por "los demás"-, no solemos caer en la cuenta de que para desear cortar los genitales al violador, o arrancar a un ladrón su botín a pura trompada;  necesitamos poseer el mismo tipo de energía de la que están hechas las acciones de quienes condenamos. El bien y el mal se rozan en sus métodos; y el problema es que por lo general, el argumento que esgrimimos para salir en nuestra propia defensa, se supone basado en la bondad y el bien, en tanto que adjudicamos la valoración negativa al otro. En este caso, la castración de un violador o la trompada a un malhechor, son nuestros pensamientos automáticos e instintivos; y en lugar de preguntar si está bien o mal juzgarlos, deberíamos darnos cuenta de que ya lo hemos sentenciado desde el momento en que pensamos instantáneamente: "a este habría que matarlo o colgarlo de los genitales en un árbol".
Somos casi incapaces de darnos cuenta que podemos sentir  la misma furia de un matón; con la diferencia de no anirmarnos a actuar. Pasar al acto, llevar una acción a término;  implica que se han caído los "diques de contención" de las defensas, y que la consciencia de culpa, la responsabilidad y el miedo, -sobre todo el miedo a la autoridad-, han quedado desbordados por la furia. Si hay algo que diferencia entonces al bueno del malo, no es ninguna escencia, sino la calidad de sus mecanismos de defensa que por supuesto, están en directa relación con la educación recibida. En sí, nada sería bueno ni malo, excepto los juicios de valor que respaldan nuestros fines. De hecho un cirujano atraviesa los tejidos de alguien para salvarlo, en tanto que una navaja en manos de un delincuente, lo hace para dañar. Sin embargo, ambos precisan sangre fría, y es ese el hecho que salteamos a la hora de evaluar las diferencias entre buenos y malos.
Para pensarlo un rato, antes de seguir preguntando qué hacer, cuando ya nuestras vísceras, han dado la respuesta instintiva y muchas veces, inconsciente.

jueves, 14 de febrero de 2013

SALIR DE LOS PROBLEMAS POR LA PUERTA O LA PARED: UD. ELIGE

Si en lugar de salir por la puerta de una situación, salimos atravesando la pared, es señal de que no tenemos en claro ni los motivos que guían nuestros actos ni la dirección que ellos tomarán.
En cambio, sostener el enojo domando al impulso puede dejarnos ver más claramente el picaporte, la llave, el umbral y el sendero, junto con el motivo de aquello que nos ha sacado de las casillas.
No siempre y bajo "emoción violenta" se nos da bien evitar el portazo, pero la descarga motriz de la bronca es parte del intento de exorcizarla, en tanto que la ruptura o el golpe contra una pared implica que algo se parte en nuestro interior. Por lo general lo que se rompe internamente es el hilo que asocia la causa real de nuestro enojo con la acción destinada a erradicarlo y es por eso que nuestras reacciones son en más de un sentido, incomprensibles, irracionales y exageradas.

Como siempre los extremos son pésimos, pero solo podremos salir de situaciones engorrosas en forma "limpia" si no esperamos hasta último momento para abrir nuestra válvula de "descompresión" a tiempo identificando la real causa de un problema. Solemos confundir la "tolerancia" con el "aguantar" largamente las injusticias, y es por ello que estallamos por intrascendencias y culpamos de nuestra infelicidad a aquellos con quienes tenemos mínimas diferencias. Somos capaces de romper amistades y matarnos entre nosotros mientras nos dejamos ultrajar por la violencia de quienes nos quitan día a día derechos  a los que jamás debiéramos renunciar.  ¡No me diga que jamás mira televisión resignado al saqueo del último político!. Pues bien, eso genera ira extrema que luego descargaremos pateando al perro del vecino, otros gritando a algún empleado y algunos más armando un drama gigante a causa de una pequeña estupidez. Nos preguntamos por qué "la gente está loca", cuando somos parte de esa gente que arma un mundo a partir de un grano de arena, e indefectiblemente Ud. y yo estamos involucrados en un grado menor o mayor del asunto, pero no hacemos ninguna descarga en el lugar y momento adecuado tan solo para que la gente no nos mire feo.  A esto llamo atravesar la pared para salir de un problema: estallamos en lugar de enojarnos y nos la tomamos con quienes por lo general nos sentimos más seguros de que no nos asestarán un golpe mayor.  
No nos dejemos engañar: somos seres  divorciados del enojo sano porque a otros les conviene mantener la bronca dentro de las puertas de tu hogar y del mío convirtiéndonos a cambio en intolerantes que no quieren oír volar una mosca en casa  mientras vamos a pagar las facturas abusivas en la larga cola del cajero de la injusticia.
Para pensarlo seriamente...

miércoles, 6 de febrero de 2013

PERSONALIDADES NARCISISTAS.




Las personas narcisistas jamás se interesan por lo que las demás hacen, pueden demostrar alegría solo cuando los otros se fijan en ellos; y como si fuesen bebés, no ven en a su alrededor nada que no sea su propio reflejo. Viven preocupados por su imagen, -que resulta ser un trabajo realmente agotador-, intentando obtener de los demás todo tipo de adulación y aplauso, y estallando en llanto, pataleo o protesta, cuando no se le permite seguir en la infantil condición de facilitarle absolutamente todo. Son personas que buscan la mirada del mundo y su "obediencia" para sentirse realmente importantes, y es por ello que en lugar de ser fuertes, son dependientes de todo lo que otro pueda hacer, decir o incluso pensar de ellos. Parecen soberbios y autosuficientes, y debajo de una máscara de "autoconfianza", llora un niño con rudimentos poco maduros para cohesionar y desplegar una identidad balanceada. Su típica huida de situaciones que no puede elaborar, puede tender tras de él un halo de "seguridad" de la que carece, sufriendo internamente muchos desaires por no haber conseguido el fin que se había propuesto.
El respeto, como parte de la aceptación y reconocimiento del borde que delimita su mundo-identidad-espacio del mundo del otro, es sumamente voluble, y es por ello que le cuesta aceptar las diferencias y los límites normales en el intercambio vincular en las relaciones yo-tú.  Por lo general,  los traspasa una y otra vez, reclamando siempre que nadie atraviese el propio; siendo que el propio suele tener  un tamaño exacerbado por pertenecer más al producto de su fantasía, que al registro de eso que llamamos realidad. Igual que un neonato, no distinguen "adentro" de "afuera", y es por tal motivo que no son capaces de registrar que ellos mismos no son la totalidad, ni dioses, ni el infinito mundo; y que su espacio no abarca la infinitud ni el espacio del otro.
El normal desarrollo de la personalidad adulta, necesita reconocer una falta fundamental; aquello que nos hace incompletos, en contraposición a la omnipotencia del bebé que cree que él y el mundo son exactamente lo mismo. La superación del pensamiento mágico y la omnipotencia son los pasos normales que comienzan a darse a partir de que reconocemos que no todos serán incondicionales con nosotros en la vida; y si no se puede salir de ese útero nutricio que todo lo brinda y de todo nos protege, veremos enemigos sembrados por todos lados, tan sólo porque esperamos que el otro, sea un espejo de nosotros y no otro individuo con sus propios deseos y por qué no, con sus propios límites.





Lic. Gabriela Borraccetti


Psicóloga Clínica

martes, 5 de febrero de 2013

TEST DE LA MÚSICA INTERIOR






Encerrar las emociones y los pensamientos, e impedir que todo aquello que generamos en nuestra interioridad impacte en el mundo externo, es como pretender hacer música en una jaula, dando por sentado que fuera de los barrotes nadie puede escucharnos.
Todos más o menos tenemos alguna noticia de que aquello que se ve en nosotros, es lo que produce en los otros una respuesta de aceptación o rechazo. Es por ello que intentamos que la belleza, -ya sea estética, en el modo de hablar, de dirigirnos, o en los modales en general-, sea lo que predomine en nuestra exterioridad, cosa de generar aceptación por parte de los demás. No hay nadie que no busque ser halagado, considerado bello, mimado o tenido en cuenta; y es por ello que de cara a los demás, solemos presentar nuestra mejor imagen.  De ahí viene el esfuerzo diario por "agradar", y  nunca dejar traslucir "negatividades", ni pensamientos que de emitir en voz alta, esparcirían, -según nuestra visión-, un gas similar al matamoscas, que no dejaría  a nadie revolotear a nuestro alrededor. Pero claro, todo depende de lo que deseamos atraer. En el mundo de las imágenes, se atraen los similares, y quien vive detrás de ellas, atraerá obviamente a quien lleve también puesta una máscara.
Quien se da la libertad de acompañar un buen rouge con una neurona afilada, ya tiene asegurado algo de mayor calidad, y quien posea la capacidad de no herir cuando espeta algo comprometido, ganan la compañía de gente algo más sincera. No obstante hay algo que se llama paz interior, y eso no se maquilla ni se practica frente al espejo. Se pueden tener todas las cualidades del mundo, pero si no llevamos con nosotros la aceptación hacia nosotros mismos, no haremos más que encontrarnos con situaciones en las que o forzarnos más, o tomar consciencia de que trabajar "para agradar", es contraindicado para ser íntegros y auténticos. 
Quien puede aceptar su integridad, con todos los matices de la personalidad, -incluyendo los oscuros y el matamoscas-, no tendrá mucho que maquillar, ni disimular. No tendrá que preocuparse por examinar en qué círculo social mostrar sus dones, ni con quien hablar ni dejar de hablar. Sabrá quien es. Y eso es lo que lo conducirá en el camino llevándolo a puertos más seguros. Será feliz esté donde esté, en compañía..., y sobre todo cuando se encuentre en soledad.
Como te sientes cuando estás contigo?. 






















LO REPRIMIDO

La angustia es el mejor motivo para olvidar lo que no quieres recordar.


Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica

lunes, 4 de febrero de 2013

LOS CAMBIOS QUE NO CAMBIAN NADA

Los cambios jamás se hacen optando por pasarnos a la vereda de enfrente, ya que irse a la otra punta cuando algo se nos hace intolerable, es simplemente una reacción; algo que se hace "en contra de" o " por oposición a",  pero no por elección libre del alma. 
Este actuar oponiéndonos a una situación, a una persona, a un grupo, o a una idea; describe una conducta   cuyo distintivo, es el girar en torno a un eje cuyo tema central,  define nuestra la vida. En esta situación, no hay nada que podamos decidir  porque queremos, -aunque no faltarán argumentos que expliquen una y mil veces, que somos muy diferentes de aquello de lo cual intentamos huir o tomar distancia-; pero sí tendremos argumentos para fundamentar que hemos elegido tal camino, gracias a una cantidad de "CAUSAS" que nos han motivado. 
Cuando las "causas" -y no las naturales circunstancias-, nos motivan a cambiar, en el fondo, podríamos encontrar que reproduciremos una situación similar al actuar empujados y no convencidos.  Es característico del "reaccionario", comportarse igual que aquellos a los que critica; y aunque parezca un ejemplo trillado, en las izquierdas y derechas políticas, más de una vez o casi siempre, no podremos distinguir quien es más o quien es menos autoritario a la hora de imponer sus ideas. Lo mismo sucede con los hijos que se quejan de padres severos, terminando en la adultez por seguir siendo idénticos a lo que siempre habían criticado, y repitiendo: -"al final los viejos tenían razón". 
Este tipo de situación, describe que en lugar de habernos distinguido, nos hemos mantenido igual todo el tiempo; pues ser reaccionarios, no es síntoma de flexibilidad, ni de originalidad, y menos de ser conscientes de la necesidad de cambiar;  por el contrario, nos mantiene en un péndulo que se encuentre en el polo en que se encuentre; oscila por la fuerza que le imprime el impulso y no la decisión que parte del equilibrio.  
Los cambios reales se deciden y llevan a cabo desde el balance y la armonía; y recuerda que el péndulo oscila, pero nunca se independiza del reloj que le marca el tiempo.

domingo, 3 de febrero de 2013

DE QUE HABLAMOS CUANDO HABLAMOS DE EGO




Uds. podrán ver en la foto a personas establecidas sobre un suelo transparente, pero con una estructura metálica y reforzada que las sostiene, para no caer en un precipicio caótico y vertiginoso. A pesar del refuerzo de cristales diseñados con el propósito de no romperse, -salvo por un inmenso impacto que resultase un accidente de dimensiones gigantescas-; sus pies están apoyados en la parte que ciega el fondo del paisaje, a varios metros de altura; es decir que se encuentran parados sobre el borde que contornea y atraviesa el suelo, con el fin de crear una sensación de máxima seguridad. Aquello que constituye un borde reconocible, delimitando una forma a la cual ver, tocar y reconocer como segura; impide a su vez que la vista comunique al cerebro, la sensación de estar derrumbándose sin salvación. Aún así pareciera que falta algo más para tener la certeza de ocupar un lugar, un punto determinado y bien definido en el espacio; y es por ello que el límite o contorno, no figura sólo debajo de los pies; sino que se extiende alrededor con forma de una baranda. Ésta baranda de la cual poder sostenerse, impide que el vértigo paralice reflejos e imposibilite acciones; y es por ello que cabría una seria reflexión acerca de lo que denostamos cuando hablamos de ego. Pareciera ser que últimamente se ha transformado en la función de amurallante del alma; pero sería todo un acto de cosnciencia; -ya que hablamos tan seguido de ella-, poder reflexionar acerca de lo que sucedería al remover de golpe la estructura (representante de nuestro ego);desde donde estas personas, están contemplando la vida. ¿Se pueden imaginar que sentirían si repentinamente se eliminase la plataforma sobre la que apoyan sus pies?. Que sucedería si junto con ella desapareciera la baranda que los contiene?. Todas estas preguntas nos las podemos hacer poniéndonos como protagonistas de la escena, y quizá sea bastante difícil de componer el cuadro completo de sensaciones caóticas que se producirían en nuestro interior. No obstante, no pueden caber dudas de que tal acontecimiento, nos transportaría a la desesperación, teniendo esa sensación de pérdida irremediable en un vacío imposible de significar. La desaparición de los puntos de referencia en tiempo y espacio, nos entregarían a la ausencia de puntos coherentes, imposibilitando cualquier ilación, orden y claridad necesaria para tomar decisiones, reflexionar y pensar. Descenderíamos estrepitosamente al caos absoluto, y junto con ello, al desconocimiento del suelo que pisamos o el sitio que habitamos. La nada sería el único punto de referencia posible; e imaginar a la nada, por más que la confundamos con una fantasía acerca de ella y nos pretendamos extensos e infinitos en un nivel finito; no nos es posible en forma completa salvo que se elimine la estructura del ego. En ese camino al vacío, el cuerpo aparecería como un átomo que se fragmenta en partículas cada vez más pequeñas; y desapareciendo en el acto lo que conocemos como brazos, pies, y cabeza; tanto literal como metafóricamente; quedaría tan sólo el terror de una nadedad que no nos dejaría en paz hasta desaparecer atomizados en un mundo muy diferente del que el ego estructura. La función del ego hace posible tanto la mismidad como la otredad, ya que dibuja los bordes que distinguen al otro de mí. La visión de "lo completo", cambiaría totalmente nuestra percepción, y pasaríamos a formar parte de una consciencia global, perteneciente a todos y a nadie, desconociendo a su vez el significado de las palabras "todo" "y" "nadie".El adiós a las formas sería definitivo, y la ausencia de tiempo y espacio, la nueva ley. Este es más o menos el resultado de lo que se vivenciaría a causa de la pérdida de las referencias; y de la entrada a un mundo en donde todo se quiebra como el cristal y las estructuras que antes nos sostenían sobre el seguro y concreto suelo-mundo. 
Si el ego desaparece, desaparece la posibilidad de toda distinción, y sería algo así como si el inconsciente, inundara por completo nuestra consciencia. Eso que hoy llamas "loco", "insano", "enfermo", es lo que paradojalmente se ensalza al hablar de lo fatídico del ego; y sin embargo quisiera ver cuantos new agers son capaces de vivir emanando "luz" y "bendiciones", al convivir con uno de ellos. 
Por supuesto, hay egos de todos los colores y tamaños, porque todos somos de muchos colores y tamaños; no obstante si hay algo que por ahora y en este nivel de evolución, no podríamos hacer, es imaginarnos sin él; pues eso es quizá lo que en la actualidad llamamos muerte. 






sábado, 2 de febrero de 2013

IR AL PSICOANALISTA

"Nadie abre la puerta de su casa con la llave del vecino".


La empatía es la posibilidad de colocarse, no sólo en los zapatos del otro; sino en sus heridas y en sus sonrisas. Es un don, -hasta cierto punto-, que poseen las personas de tipo sensible, y aunque todos crean ser propietarios de esta cualidad, son realmente muy pocos los que pueden utilizarla al extremo de despojarse de todos sus prejuicios, juicios, sentimientos, y valores, para poder adoptar los del otro en un 100%. En ese sentido, ser empático es una especie de "despersonalización", y algo que está lejos de ser favorable tanto para el que intenta sanar como para quien dirige su cura.
Por otra parte, empaparnos de la personalidad del otro, no significa poder acceder a transformar el dolor de quien nos consulta, pues lo que menos debemos hacer cuando alguien está decidido a entrar en su interior, es comprenderlo, y mucho menos aconsejarlo, o decirle que es lo que tiene que hacer, -algo que por otra parte, se  suele adjudicar al psicólogo, pero nunca debería ser esperable de un psicoanalista.
Comprender y empatizar, es traspasar nuestras barreras y límites para entrar en el otro, y esa "entrada", lleva necesariamente a una identificación que vuelve a los problemas imposibles de ser vistos con suficiente perspectiva. Por esta razón, un psicoanalista jamás aconseja como lo haría un pariente, un compañero, amigo o par.
Lejos de dirigir la vida de nadie, la función de un psicólogo no tiene que ver con convertirse en un aliado en el dolor, pues en ese caso, la relación terapéutica se estaría transformando en vínculo amistoso, siendo ésta una hermosa compañía, pero no una guía para el autoconocimiento. El psicólogo, en cambio, necesita constituirse en un lugar convocante para  la palabra, en un espacio donde su silencio, atraerá aquello que debe ser dicho para comenzar a escarbar en las profundidades.  En ese espacio sin más condición que la de "hablar", aparecerán las huellas de aquello que nos ha llevado a la senda del dolor, y desde allí, se podrá desandar el conflicto.
Todos creemos hacer lo mejor con nuestras vidas, pero muchas veces olvidamos, -incluso amputamos mediante represión-, aquello que hemos resignado y extirpado de nuestro mundo, con tal de ser aceptados, aprobados, queridos y  reconocidos. En ese esfuerzo por ser quienes no somos, se ha ido nuestra salud, nuestro equilibrio, nuestra alegría y nuestro empuje para seguir viviendo. La vida se ha transformado en una prisión, y el dolor ya no nos deja seguir adelante como si nada. Entonces nos ponemos en movimiento e intentamos muchas maniobras, entre ellas, las de encontrar aliados. El problema es que nadie puede resolver lo que no resolvemos nosotros, y siempre e indefectiblemente, somos el tesoro y el recipiente que guarda tanto el saber, como la clave de acceso al mismo. Allí en las cavernas de lo inconsciente, debajo de una piedra custodiada por un monstruo, se encuentra nuestra llave; y guiarnos en el camino es función del psicoanalista. Recuerda: nadie puede darte una llave nueva, ni prestarte la suya. Tienes que recuperar la tuya si es que quieres ser "dueño" de tu vida.

viernes, 1 de febrero de 2013

ESPÍRITU VERSUS MATERIA: INTENTANDO NEGAR LA NATURALEZA






Escribe: Gabriela Borraccetti


Todos somos seres espirituales, dado que todos participamos de la misma naturaleza. Los hombres que se ocupan de administrar la materia, incluyendo a los banqueros, a los que usufructúan con el dinero de otros, a los que trabajan en las bolsas de comercio, aunque sean el foco más fácil de denostar en ese sentido, participan de la común unión con un todo mayor; en el plano espiritual. Sin embargo, la visión que poseemos todos y sin excepción, -sólo que con una diferencia de grado-, es dual, ya que la dualidad nos habita y nos constituye más claramente, desde el momento en que asomamos la cabeza al mundo y se nos percibe separados de nuestras madres. Es por dicha polaridad que, mientras creemos ser plenamente conscientes de nuestro sí mismo, alcanzamos indefectiblemente a conocer sólo una parte de nuestra totalidad.
Antes de nacer, y durante los 9 meses de gestación, nos encontramos en un útero, sin nombre, sin documento de identidad, sin ser conscientes del tiempo ni del espacio que ocupamos. El mundo, por ese tiempo, es una gran masa amorfa, y de ese todo a su vez emana música y vibran emociones sin definición ni cualidad. No existen los adjetivos de lo agresivo, lo lindo, lo amoroso, lo feo, y menos aún, lo malo y lo bueno ni espíritu y materia. Toda categoría divisoria, todo criterio y razón, están ausentes y la batuta la ondea un maestro invisible, ya que la única conciencia que nos asiste, es la que portan los genes que a su vez son una fracción de nuestros progenitores; siendo ese, un mundo inmerso en un caos del cual simplemente participamos y formamos parte, sin consciencia de fraccionamiento, distinciones ni divisiones. Con el transcurso de los meses, y aún dentro del vientre materno, la nueva célula que somos, formada de otras células, comienza a su vez, a diferenciar sus partes entre sí mediante un proceso madurativo; de lo que puede deducirse que, el efecto del paso del tiempo, es ir modificando y delimitando las características que nos harán visiblemente únicos. Sin este proceso de crecimiento y ajustes, sufrimos las primeras divisiones dentro de nuestro organismo; y por lo tanto, ya podemos deducir que nada se crea si el Todo se mantiene inalterable: la nueva creación es un proceso de distinciones, delimitaciones y divisiones, que hace que más tarde podamos sentirnos únicos, y con una fórmula singular en esa mezcla de genes y cromosomas que a pesar de haber heredado, se han recombinado para ser irrepetibles y plenamente identificables incluso desde lo químico .
Si bien se ha comprobado que antes de nacer tenemos la posibilidad de escuchar música, captar la entonación de las palabras, e incluso percibir emociones; al no poder poner nombres para establecer diferencias entre un sonido y una emoción, no existe posibilidad de hacer distingos entre lo que es "Yo" y lo que es "no Yo". Es decir, aún no hay un ego desde el cual separar "adentro" de "afuera"; y por lo tanto -y mientras dura el proceso-, la música percibida es YO, las entonaciones de las frases, son "YO", mamá es "YO" al igual que papá, el tío, el gato y todo lo que nos llegue a partir del rudimento o forma inicial e incompleta de los sentidos; que a posteriori, serán las antenas a través de las que percibiremos la información que nos llegue desde el mundo, cuyo primer representante, será mamá , la puerta de entrada al mundo terrestre.
Retomando el tiempo de gestación, y cuando ya hemos crecido lo suficiente y alcanzado el momento en el cual se nos hace imperioso respirar con nuestros pulmones, hacemos nuestro arribo a un plano en donde el espacio circundante se hace cognoscible desde lo palpable, lo chupable..., y todo mantiene esa cualidad aún sin distingos definitivos. De hecho, desconocemos todavía la mayor diferencia entre lo permitido y lo prohibido. Es una realidad que pasamos un tiempo considerable, hasta distinguir que no podemos ni debemos, tocar el fuego, llevarnos un alfiler, un botón o un gusano a la boca, a las orejas o a la nariz, lugares por los cuales, vamos construyendo un esquema del mundo en el que vivimos. Estas sucesivas transiciones, este primero contacto con el / lo otro, lo llevamos a cabo con nuestros primeros y básicos distintivos personales. Somos en este tiempo una estructura primordial, sobre la cual el tiempo escribirá y seguirá trazando, un camino que en forma de espiral, habremos de recorrer, hasta volver a subir un escalón y comenzar nuevamente otra espiral ascencional que llega a su punto de máxima estructuración y disolverse en el mar de la totalidad. Durante el lapso que dure este trayecto, se nos van afinando en las sucesivas etapas, los rasgos individuales a fuerza de "ajustes" y límites (tal como ya los vivimos en el útero), que; según los acomodemos a nuestra particular percepción y concepto acerca de nosotros y de la vida, pasarán a formar parte de nuestro mundo interno, dejando siempre afuera, (como lo hicimos sin saber desde nuestra gestación), aquello que no sea un factor preponderante en nosotros; pues, estamos compuestos por los genes que al momento de la concepción, fueron dominantes en desmedro de aquellos denominados recesivos. Sin embargo, estos no desaparecieron, pasando a formar parte de una "reserva" que aunque no nos caracteriza en forma manifesta, se encuentra conjugada en forma potencial dentro de nuestro ser. Es así como algunas cualidades quedaron en "negativo" dentro de nuestra fórmula de herencia; predominando determinados signos que constituirán la propia mismidad; y que en un principio nos hacen visibles e identificables por el color del pelo; los ojos; la piel, etc. Por ende, en el transcurso del camino de la vida, vamos dejando en el camino, -y del lado de afuera-, todo aquello que permanece a nuestros ojos, indiferenciado, no estructurado, no definido, no aceptado ni comprendido. Todo aquello a lo cual no podemos definir, metabolizar e incorporar, no nos es posible sumarlo a lo que intentamos definir como "nuestro": la personalidad, el carácter, el self, la mismidad y todo lo que hace referencia a la unicidad del ser humano, incluyendo al ego. En la medida en que vamos transitando paso a paso el camino hacia la cumbre, vamos obteniendo mayor definición junto con la máxima sujeción a la materia, motivo por el cual, definimos un rol social que adviene con un catálogo de responsabilidades para con los demás en general. Lo que en un primer momento fué sujeción a una célula primaria, ahora se establece con la sociedad toda.
Paralelamente y como el aparato psíquico no es algo independiente del organismo, igual que el cuerpo, sufre divisiones sucesivas cuando se hace posible la utilización de la palabra. Vamos siendo cada día más capaces de pronunciar un "YO", y en la medida en que esto sucede, se establece un espacio de alteridad distinto a la mismidad. Este YO, que tiene como antecedente el nombre que nos distingue, ahora nos da el poder de nombrarnos como ego separado del resto, indica que, a pesar de estar heredando una lengua, (mamá es la que nos instruye al respecto y brinda las significaciones primeras); estamos creando un espacio por medio del cual, tomar una distancia y una perspectiva única, mediante la que iremos definiendo una identidad. Las palabra YO, MÍO, etc.; se hacen posibles a partir de la pronunciación del primer "NO". Quizá sea significativo que lo primero que uno deba aprender para marcar una identidad, se base en esta palabra. Sin embargo, es letra para otro artículo y sólo va de referencia. Este "NO" fundacional, hace posible que más tarde podamos dirigirnos a un otro y tener un diálogo. De lo contrario, nuestro crecimiento se haría en medio de un sentimiento de alienación, en donde no distinguiríamos un "aquí dentro" de un "allí afuera", y es lo que comunmente definimos como "locura". A la hora de elegir entre un ego rígido y un loco, quizá nos quedemos dudando. Pero siempre hay grises en el medio, que son muchos más aptos para no perdernos y poder aprender. Los dos extremos hacen imposible un aprendizaje, y como siempre, por debajo, se terminan pareciendo más de lo que se supone.
Es por todo lo antedicho, que la paradoja constante de la vida, se debate en la polaridad. Lo que padece el cuerpo como división, se refleja a su vez en las emociones, en el espíritu y en el plano mental, entre la consciencia y la inconsciencia, esa parte nuestra a la que no se puede acceder, si no es por la vía de los símbolos: en los chistes, actos fallidos y sueños, que son productos "derivados" de la actividad del sótano de nuestra mente. El discurso es otra forma de llegar a él, tanto uno se ocupe con especial interés, cuidado y conocimiento para abrir esa caja de Pandora a la que se debe tratar primeramente con mucho respeto. Lamentablemente, en los últimos tiempos observo que se está utlizando como forma de demostrar conocimiento o de devolver una agresión, la palabra proyección; y si bien pueden existir realidades que podamos ver más claramente en el otro (sobre todo cuando son contenidos que hemos tildado de malos, sucios, inservibles..., es decir NO YO), no siempre quiere decir que nosotros estemos eximidos de dicha realidad; aún cuando los tratemos de simples proyecciones por parte del que en ese momento es "nuestro competidor". Entonces, el mal uso de una herramienta, en un contexto que no está preparado para la toma de consciencia sino para el combate, pierde su efectividad y simplemente sirve de arma. Por otra parte, el significado profundo de una proyección, no se agota en tal mecanismo, y es por eso que sería conveniente dejar de entrecomillar y analizar las palabras de nuestros interlocutores, mientras el fin sea el diálogo, una comunicación, un intercambio, y no la toma de consciencia.
Lo escencial aquí es que, gracias a las constantes divisiones (polaridades) que comienzan a manifestarse en las células, y más tarde -y en otro plano-, con la adquisición del lenguaje; se va construyendo una identidad o ego, que sirve como núcleo para habilitar la primera gran división, no sólo entre "yo" y "no yo", sino entre consciencia e inconsciencia.
Entonces...
Del Todo a la Parte y nacemos;
Del "no Yo" al "Yo"
Del "Yo" al "Tú"
Del "Ustedes" al "Nosotros"
Del "Nosotros" al "Todo"
... y en síntesis del espíritu al ego, y del ego al espíritu; al menos, hasta que la espiral decida llevarnos a otro plano infinito al cual no podremos acceder con un cuerpo que en sí, lleva el designio de la finitud por el hecho de dividirse.





Querramos o no, la reproducción sexual, implica necesariamente separación. Por ella venimos al mundo, y por ella nos vamos de él; pues las células se dividen para volverse a unir y formar otra vída. Esta es la diferencia entre la mitosis y la meiosis. El hecho de que una célula se reproduzca sexualmente, para lo cual necesita dividirse y unirse a otra, la destina a la polaridad primero (se conforma de una alteridad) y luego a la muerte, o como se dice astrológicamente, a cambiar tal como se la conoce: un real cambio de estado. Por ende, querer negar al ego, es querer negar la naturaleza por medio de la cual encarnamos. Negar esa instancia, es desentendernos de la participación y pertenencia al mundo natural, al cual nacemos separándonos y dividiéndonos en lo interno, para luego vivir esa división en lo externo; ya que mientras dura nuestro paso por la Tierra, precisamos de alimento, aire, sol, agua... que nos vienen de sus fuentes, y que son externas a nosotros mismos.
Cuando queremos alinearnos del lado de lo espiritual, solemos poner como manifestación de lo más bajo al señor de Wall Street, que alimenta su ego con la ambición por la materia. El problema es que desconocemos que dentro de nosotros, vive uno que, aunque casi totalmente invisible, y quizá con mucho menos dinero, ambiciona también poder, pero en su manifestación "espiritual". Quizá no podamos cambiar la realidad circundante, pero debiéramos de tener un poco de cuidado al creer que estamos alcanzando la perfección en lugar de vernos como perfectibles, divididos y polares, como lo es nuestra naturaleza. No todo lo que brilla es dios, no todo lo que se entierra es "caca". Muchas veces en el sótano está Dios, y en el cielo, va cayendo eso que alguna vez hemos escupido; como si nunca se nos fuese a caer sobre la cabeza. La eternidad va de la mano de nuestra carne. No te olvides de ninguna.


Lic. Gabriela Borraccetti
Psicóloga Clínica