viernes, 8 de agosto de 2014

SOLUCIONES CREATIVAS PARA VIDAS SIN SENTIDO

Es posible ser creativo cuando no somos espontáneos?. Es posible amar y dar lo mejor de sí si no sabemos lo que es?. Por qué constantemente se nos educa para poner nuestra atención en el otro y no nos fijamos en validar las características y dotes individuales de las personas?. Desde la casa a la escuela, desde la escuela al trabajo, desde el trabajo a la sociedad y desde la sociedad al Estado, se ha inculcado en el pasado un exceso de límites iguales para todo el mundo al punto de descartar por completo la individualidad de las personas, existiendo en el presente un punto de vista contrario que no ha llevado en absoluto a mejorar las cosas. El arte de educar a un individuo se transforma cada vez más en la enajenación del mismo, olvidándo justamente eso: de que cada ser humano porta una cualidad o un don diferente y de que educar es un arte, no una planilla llena ni vacía de requisitos para obtener amor o un puesto en la sociedad, sino la creación de un lugar de respeto por lo que hay de diferente en cada uno. Lamentablemente con el correr del tiempo, y aunque la autoridad se ejerza con un látigo demasiado grande o demasiado pequeño, seguimos "fabricando" seres humanos en serie, como si fuese una factoría.  Ese don único que cada uno porta, se aplasta en formularios y requerimientos que van desde las penas y amonestaciones de antaño, hasta la no penalidad de la actualidad que puede incluso poner en jaque a un docente que interviene para evitar que un niño golpee a otro. La cuestión no es tanto la forma en que se ejerce la autoridad,  ya que por exceso o por defecto, ésta se sigue olvidando de lo escencial: formar en lugar de deformar. Algo se deforma en distintos extremos tanto si no tiene un molde, como si tiene uno demasiado rígido que le impide crecer, y es por ello que las cosas no han cambiado por quitar los límites ni aflojando las cuerdas, ya que lo que sigue ausente es el poder integrar a los espacios de formación, -tanto hogareña, como social-, el valor y respeto por aquello que cada uno trae como distinción: su creatividad, sus preferencias. No hay más que observar que a los que aún representan al arquetipo del "buen alumno" cumplidor, estudioso y obediente, -y si lo miramos en el ámbito laboral, el que siempre cumple y está a merced de su patrón-, se los destroza con bulling o mobbing por representar el molde rígido por el que se siente amenazado el más rebelde; que por otro lado no tiene ningún molde, ninguna guía, ninguna ley y que por supuesto viene de un hogar lleno de frustración y hartazgo por no encajar en ningún espacio.
Por ello, pareciera ser que no es una idea genial el abolir los límites, de hecho, ya es una confirmación diaria que no está ahí el secreto que nos permita mejorar una sociedad cada vez más violenta y con menos pautas culturales, -único remedio para evitar que de una puteada se pase a una bala y dejar que la falta de palabras o a-dicción, cree un hueco propicio para pasar a vehiculizar la ira o frustración a través del acto-, sino en comenzar a preguntarnos que es el respeto. Si no empezamos a poner el acento en reconocer que hagamos lo que hagamos terminamos por amputar a un ser humano cuando dejamos de lado aquello que lo hace diferente, esa diferencia aparecerá protestando iracunda en algún sector social. Es para pensar. No es una verdad consumada. Pero tanto aquellos que conocimos el rigor de tener que portarnos bien para ser amados o sacarnos una buena nota a fuerza de temor por ser descalificados, como los que hoy ponen en jaque a ese modo de hacer las cosas, estamos enfermos de lo mismo: FRUSTRACIÓN, y esto seguirá sucediendo en la medida en que no exista el respeto por el cultivo y apoyo de la creatividad y  la espontaneidad. Si no te sientes víctima de lo antedicho, pregúntate que es lo que más deseas, que es lo que realmente te hace feliz y que es lo que más te gusta. Si lo tienes que pensar, es porque lo has olvidado. Si lo sabes y no lo practicas, es porque crees que no tiene valor; y sea por el motivo que sea, su supresión gruñe enojada cuando te preguntas por el sentido de tu vida.