viernes, 11 de marzo de 2016

ESPERAR A QUE ME RESPONDAS O DEJAR DE INSISTIR

En la era de la comunicación, no hay nada más fácil que responder un mensaje, pero parece ser que esto deja al descubierto cuestiones de desinterés más que de imposibilidad.

Con apretar un botón se puede hablar y atender a alguien que hace una hora, dos, un día o dos, nos envió un texto o un audio; y si hay algo realmente feo, es dirigir la palabra a quien no nos la devuelve. Es un modo de que te declaren inexistente, una especie de muerte forzosa que te lleva a colocarte en una posición hipócrita cuando te vuelvan a contactar o a desnudar la situación cuando el momento lo requiera. 

Si se elige esta segunda opción, seguramente la cosa terminará mal tan solo porque quien da la cara y no la esconde, es políticamente incorrecto, pero genuinamente frontal.
Uno puede andar con los pájaros volados un día, dos, tres, una semana pero no toda una vida como para no abrir la boca y dejar colgando del celular, del teléfono o de la agenda, los pedidos de encuentro a los que no acudimos jamás.
Solo pierde quien baja la persiana, quien se aísla perdiendo la capacidad de responder, mientras que del lado, el del receptor frustrado, existe otra responsabilidad, otra respuesta posible y es la de quedarse en la espera o ir por  un camino un poco más fluido donde sentirse correspondido y no tachado 

Suelo escuchar que los que más se quejan de este defecto en otros, padecen de la misma incapacidad y la ejercen con total libertad. Bien por ellos si lo que están evitando es ser hipócritas, pero para eso hay que contestar al menos con un "no tengo ganas de hablar contigo". O con un "me importa nada lo que me digas porque estoy en mi mundo", o quizá, "no te considero importante" al punto que "luego me olvido de que estabas intentando hablarme". 

Es lógico que otra opción sea: estoy mal y en este momento soy incapaz de ver otra cosa que no sea mi problema". Suele pasar en situaciones de duelo, pero si se eterniza, podría tornarse en rencor, en una defensa, en un: QUE ME LLAMEN SI LES IMPORTO, hasta que un día, el otro se da por vencido y el primero confirma su mito: ves?, no le importaba!!!! (error común). 

No obstante, hay un problema: la vida no es lineal y te dejará sin respuestas el día que las necesites con ansias. Suele ser así. Quien es desaprensivo recibe su dosis desde el lugar menos esperado el día menos esperado, porque ha trabajado en ello con fruición, aislándose del resto cuando el resto los esperaba. Y el que quedó siempre a la espera, si no dejó de esperar, fabricó también su propia repuesta: "es que no valgo le pena y no me contestan". 

Sin caer en los extremos del demandante 24 horas y del indiferente otras 24, hay un punto que se llama prójimo-próximo. Y cuan próximo se está cuando existen semejantes distancias?. Estas no se miden en kilómetros: se miden en respuestas. 

miércoles, 9 de marzo de 2016

EL PODER DE NO SER NI EL SEXO DÉBIL NI EL SEXO FUERTE: EXCLUSIVO PARA MUJERES.

Tengo 50 años y soy hija de las mujeres que mostraban sus ataques de histeria arqueando la espalda, con escenas de llanto, espasmos sin causa física, desmayos teatrales y manipulación de toda especie cuya condición era que SIEMPRE, delante del escenario, hubiese alguien observando. El drama tenía que ser expuesto y la cosa era asegurarse de que alguien atestiguara el dolor. PODER dar LÁSTIMA o PREOCUPACIÓN,era todo el poder que se creía a disposición y el logro se obtenía cuando después de uno de estos despliegues, se lograba el lugar de centro a través de un dolor, una enfermedad o un padecimiento que ayudara no solo a dominar, sino a dejar al prójimo, -sobre todo a sus hijas o mujeres consideradas competidoras-, fuera de carrera.
En el fondo, competir de este modo tan doloroso y además inconsciente de su verdadero significado, ocultaba la envida y la rabia por perder algo, desde la mirada hasta la juventud, O acaso no suena conocida esa frase que reza ¿QUE TIENE LA OTRA QUE NO TENGA YO?.

A la siguiente generación, aparecimos las que nos rebelamos contra esa forma de ejercer poder y mejoramos el método: ya no volvimos a repetir SI TE VAS ME MUERO, pero nos fuimos al extremo contrario: "A MÍ NADA ME PASA, SOY FUERTE, YO NO SIENTO NADA Y PUEDO CON TODO"; gracias a lo cual pagamos caro el seguir en el mismo lugar de nuestras madres, solo que ahora sin miradas atónitas por la actuación estrepitosa y el temor a que se nos acabara el aire de los pulmones,

Dedicadas al cuerpo, talladas y fabricadas a mano, empresarias y trabajadoras que casi no pueden criar hijos sin ayuda de abuelos, niñeras y demás, abandonamos el hogar llamando a eso INDEPENDENCIA para que otros puedan tomarnos de esclavas, la realización pasó por ser divinas, duras y casi un ser masculino que supo llevar hombreras y vestirnos de hombre hastra transformarnos en admirables y sexys vedettes.

Esto, por supuesto, facilitó que se nos comenzara a utilizar mucho más usualmente como a  objetos, puesto que para serlo, solo se necesita un estereotipo que es lo mismo que decir "un molde", un disfraz que ponernos para tapar nuestra individualidad.
Digamos que cambiamos el ropaje, pero el sentimiento interno es el de "nadie me quiere, nadie me mira y siento urgencia para que alguien lo haga, si no, no valdré nada". El trabajo no me dió lo que buscaba, abandonar la casa tampoco, no siento una vida plena porque pueda comprar mi propia gaseosa y entonces?, a donde está el secreto?,
Ni la dama de las camelias ni la mujer blindada  de acero, pudieron darnos amor.

El grave problema reside en que cambiar de forma y modernizar los síntomas, no erradica el dolor. Nos enseñaron a que el poder se ejerce hacia afuera, haciendo que el otro responda como en las telenovelas:
levantándonos del suelo,
llevándonos al hospital con un hilo de vida,
preocupados por nuestra desaparición porque de pronto parecemos importantes
o corriendo en cámara lenta, algunas veces hasta haciendo largos viajes al otro lado del mundo, para rogarnos que volvamos, porque sin nosotros la vida es nada, o la empresa se viene abajo. (seguro porque encima de ser ultra trabajadoras, somos más económicas y más obedientes  con tal de no perder el "aprobado).


 No están hechas las escenas más rimbombantes de las novelas con este material?.
 No son las más taquilleras?. No son las escenas usualmente finales donde la histeria triunfa?.
Lamento decirles que no es casualidad que el éxito novelero se nutra de estos guiones; pero también quiero avisar que esto, tarde o temprano, se desvanece como se desvanecían las mujeres en tiempos de Freud.

Para el día de la mujer, que pasó ayer y fué motivo de disputas analizando si la muerte de las obreras representaba o no un hito, -como siempre un momento dramático y sin triunfos indoloros-,  me lleva a escribir esto:

NUESTRO PODER NO ESTÁ EN DAR LA VIDA, SINO EN DAR VIDA.

NUESTRO AMOR NO DEPENDE DEL QUE CONSIGAMOS SER EL CENTRO, SINO QUE TENGAMOS UNO.

NUESTRA VIDA NO DEPENDE DE CUANTOS NOS APLAUDAN, SINO DE QUE ESTEMOS FELICES CON NOSOTRAS.

NUESTRA INDEPENDENCIA EMOCIONAL NO RADICA EN NO TENER A NADIE A QUIEN AMAR SINO EN AMAR AÚN SIN TENER A NADIE.

NUESTRA AUTOSUFICIENCIA NO DEPENDE DE TENER UN TRABAJO SINO DE PLANTARNOS SOBRE NUESTROS PIES SIN ESPERAR GESTOS PERO SÍ PARA CONSEGUIR NUESTRO OBJETIVO.

UN CUENTO DE INFANCIA SOLA: LA MANCHITA NARANJA

de Gabriela Borraccetti, el Domingo, 08 de mayo de 2011, 22:34

La puerta gigante de rejas verdes se abría por la mañana. El sol, insistente, salìa a repasar la escena una y otra vez, como testigo de una tristeza inexorable colgada de las alas de aquellos escasos dos años de edad.  Mis ojos, en cambio, no tenían  otro destino que el de mirar al suelo, buscando en aquella manchita naranja, una pregunta para hacer o una respuesta que encontrar a algo que prefería ver de lejos sin constatar. De hacerlo, corrìa el peligro de hallar la respuesta a un enigma que, después de todo, me servía de distracción para no pensar en el difìcil momento de atravesar el umbral que me llenaba de penumbras.   

En aquél camino de lajas, todas las mañanas, algo me cerraba la garganta  y  me hacía llevar el mentón al pecho al momento de cruzar aquel inmenso jardín de plantas y niños infantes. ¿Serìa  esa marca en el suelo un pétalo de malvòn naranja?, ¿o una manchita de pintura que alguna vez cayó allí, separada del resto de la lata de pintura?.  Sin saberlo por entonces, cualquiera de las dos opciones hubiese sido válida para describir aquel estado en el que,  el pétalo separado de su flor, o una mancha arrojada al suelo, se hacían eco y espejo de la angustia de quien se ve exiliado en forma velada.
Sin otro remedio que el de avanzar en una confusión firmemente sostenida a capa y espada, me deslizaba obediente y sin llorar en medio de aquella fila india de pequeños que eran màs grandes que yo; y con las manos abrazadas entre sì, evitaba palpar el abandono al que me veìa librada sin querer llamarle abandono.

Como si acelerando la escena el trago pasara invisible de pena y llanto, corría a sentarme en el siguiente espejo de aquel tronco seco que cada mañana me aguardaba silencioso sobre la arena de los juegos a los que nunca jugaba.
Mientras los minutos se hacían incontables, eternos y grises, y la pregunta acerca de la manchita naranja se sostenía en medio de miles de elucubraciones, veía a las sombras aocrtarse y hacerse mas cercanas hasta que la maestra volvía a armar su fila de pequeños indios en dirección a la salida. 

Algo de mi alma se inquietaba, al saber que en tan solo unos minutos, dejaría de pensar en el enigma anaranjado para responderme, como si alguien me lo hubiese preguntado,  que yo no había corrido la suerte de la manchita, y que a mí, por suerte, venían a buscarme para unirme a la flor o devolverme a mi latita.

MAL CON JUGAR

Yo te culpo
Tú me culpas
Él se culpa
Nosotros te culpamos
Vosotros nos culpais
Ellos culpan
...a todos.
Y así con todos los verbos hasta quedar lastimados.

-Gabriela Borraccetti-

lunes, 7 de marzo de 2016

LOS INSTANTES DE LUZ

Todos leemos a diario la palabra "CONSCIENCIA"  y  "LUZ" por doquier. Pero que relación tienen estos términos?, por qué se asimila la consciencia a la iluminación?, y que significan en realidad?.

Veamos un modo esquemático de entender este importante asunto.

A la primera palabra, -la consciencia-, se la imagina como conocer, saber y ver algo que tenemos ahí, delante de nuestra nariz y que podemos palpar como "una realidad" o una "verdad".

Que diga esto, no es azaroso, porque también podemos ser conscientes de una fantasía y saber que es una fantasía. La cuestión es si podemos llamar "verdad" o realidad a algo que no se toca ni se ve.

 Eso es algo bastante difícil para todos, sobre todo a la hora de hallar el camino para encontrar su significado.
Si yo imagino el cuadro, la obra o bosquejo algo en mi mente; si imagino lo que alguien me dirá o lo que voy a contestarle si me llegase a decir tal o cual cosa..., soy consciente de que estoy imaginando. El problema sobreviene cuando identifico lo que pienso con una verdad absoluta y actúo en consecuencia.

Si no existiera un espacio entre lo que imagino y lo imaginado, quizá sería acertado decir que "deliro" o que no estoy en mis cabales, lo cual indicaría que no nos es posible distinguir la diferencia y espacio que media entre "yo" y ese "objeto".

Entonces pensemos en cuantas veces alguien nos dice: "eso te queda mal" y nuestra reacción es ir y cambiarnos de ropa. Nos identificamos con la prenda y cambiamos la cáscara. No existe una consciencia de la propia belleza y pareciera que nos "contagiamos" o quedamos pegados a la cosa que nos transfiere su fealdad. Lo mismo sucede cuando alguien nos dice "sos malo", "estás enojado", "sos vago" o cualquier des-calificativo, y ni que hablar cuando se trata de diálogos internos en los que colocamos al otro una respuesta, -antes que nos responda-, adjudicando intenciones que quizá no existan pero cobran entidad real en nuestra mente.

Lo mismo se puede decir a cuando nos halagan y nos tratan de "santos elevados", "bellezas universales" o lo que a Ud. se le ocurra como bello o beatífico en este momento. Identificarnos con lo horrendo  y lo maravilloso, son situaciones totalmente erróneas y es lo que el ego hace todo el tiempo.

Quedar "abrochados" al adjetivo sin previa reflexión, análisis o des-identificación, significa que no existe espacio, luz, iluminación que deje ver que el por qué eso que sucede o me dicen, me halaga o me destruye.

El momento en el que ante un insulto, en lugar de arrojar otro me detengo y me pregunto: ¿por qué me ofendo?, es un momento de consciencia, incluso aunque sienta que por dentro me estallan los cohetes. El silencio y el intento de pensar que botón se ha activado en el alma, que dolor o que vanidad ha hecho su aparición o que causó nuestra ofensa, es por lo menos un destello, un intento de crear un espacio entre eso y nosotros.

Por lo tanto, ser conscientes nos lleva a saber bien quienes somos, reconocer nuestros defectos y virtudes, pero no a reaccionar ante todos los insultos o las definiciones que vienen desde el exterior.

Para llegar a eso, hay que crear luz, espacio entre las cosas con las que quedamos identificados/pegados/definidos/... y nosotros.
Eso es el real consciencia: permanecer en eje pero no a fuerza de grilletes. No se trata de mascar odio, rencor, tragar, callar, reprimir, envaneces, demostrar, hacer de cuenta que no escuchamos  nada, fingir que no nos dolió y hacernos los superados redoblando o no las apuestas con bajezas tales como "eso es lo que te debe pasar a vos"; -algo que leemos también a diario como psicología barata o intentos cancelatorios de New Age-.

Ser conscientes no tiene nada que ver con el "cancelado, cancelado, cancelado", TODO LO CONTRARIO!, ni tampoco con la no devolución de contestaciones, porque algunas veces, esta devolución lleva un rayo de luz que termina por arrojar luz sobre el tema en danza; incluso devolviendo la pregunta de un modo que deja al interlocutor obligado a pensar.

Ser conscientes es CREAR UN ESPACIO, UNA LUZ con la cual darnos cuenta de que si algo nos lleva a reaccionar, favorable o desfavorablemente, es porque estamos pegados a algún adjetivo.

Si alguien nos llama y nos cuenta una desgracia, para poder ayudar no es necesario compadecerse.
Es  más, la mayoría de las veces nos compadecemos, lloramos con el otro y eso nos identifica tanto con su dolor que no podemos ayudarlo.

No quiero decir con esto que hay que ser de piedra y no conmoverse, pero hay que mantener una luz entre lo que se es y lo que está ocurriendo para poder saber por donde ir y qué hacer. La consciencia es un foco, un faro que nos permite conocer el camino.


NO IDENTIFICARSE ES UN PASO FUNDAMENTAL PARA SER CONSCIENTES y para poder hacer sin cercenar emociones positivas o negativas, pero para eso, no es suficiente con leer este artículo: saber que no somos ni las palabras que nos dicen, ni nuestro nombre, lleva un largo trecho de trabajo especializado para salir de la conmoción, el enojo o la eterna alaegría que entre paréntesis nos venden en cada promoción sin que jamás podamos alcanzarla.

Existe sí la paz, la mayor felicidad a la que un hombre consciente puede aspirar.