Uno puede ver un cielo lleno de nubes aunque tenga dos o tres. O puede ver siempre sol, aunque esté oculto tras un manto gris. O quizá ve tan sólo noches. O quizá siempre encuentre estrellas, o lunas, o soles... Lo que allí arriba observemos, es sin dudas el reflejo de lo que nuestro corazón, contiene. Sin embargo, hay un cielo que no llegamos a palpar con los sentidos, que se encuentra oculto; bajo nuestros pies, y del otro lado del mundo. Uno que no está iluminado y no nos es accesible a primera vista. Ese cielo invisible, es lo que completa ese universo que somos como seres humanos en luz y oscuridad, en brillos y sombras; capaces de ver con los ojos aquello que es visible; y con la intuición, la totalidad del mundo.
jueves, 28 de marzo de 2013
LO QUE PODEMOS VER
Uno puede ver un cielo lleno de nubes aunque tenga dos o tres. O puede ver siempre sol, aunque esté oculto tras un manto gris. O quizá ve tan sólo noches. O quizá siempre encuentre estrellas, o lunas, o soles... Lo que allí arriba observemos, es sin dudas el reflejo de lo que nuestro corazón, contiene. Sin embargo, hay un cielo que no llegamos a palpar con los sentidos, que se encuentra oculto; bajo nuestros pies, y del otro lado del mundo. Uno que no está iluminado y no nos es accesible a primera vista. Ese cielo invisible, es lo que completa ese universo que somos como seres humanos en luz y oscuridad, en brillos y sombras; capaces de ver con los ojos aquello que es visible; y con la intuición, la totalidad del mundo.
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