domingo, 31 de marzo de 2013

ROMPIENDO ESPEJOS


Cuando aún en silencio y en soledad, nos sentimos atormentados y perseguidos por los problemas, es probable que siempre que tengamos que tomar una decisión, agreguemos a nuestros pensamientos, las suposiciones acerca de lo que estaría pensando alguien más; intentando sentir que es lo que el otro sentirá; y además sumando a nuestras elucubraciones, el diálogo mental que en su momento, tendremos con la otra parte involucrada en el asunto. Como si todo esto no fuera suficiente, en el bagaje que conforma nuestra identidad; llevamos aprendida y heredada, aquella "biblia" de razones, argumentos y condiciones, que hemos tomado sin ninguna crítica ni evaluación, y que son "palabra santa", por haberlas mamado desde la teta familiar, pasando por la chocolatada, hasta convertirse en los actuales cafés adultos. Después de todo, eso a lo que llamamos identidad es un cementerio de identificaciones, llenos de "te parecés a tu papá, gruñón como siempre; al tío..., irresponsable como nadie; a tu llorona madre...; y así hasta creer que somos irresponsables, gruñones y llorones. Plagados de fantasmas y designios ajenos creemos ser nosotros mismos, reconociéndonos en una imágen que hemos obtenido del espejo familiar; razonando como se nos ha enseñado, -muchas veces con la regla de 3 simple-, y sin haber hecho nunca un repaso general para averiguar que es lo original y auténtico en nostros. Animarnos a romper con esos espejos, tiene que ver con dejar de oír mandatos, abandonar posturas rumiantes, y actuar sin hacer participar de la decisión a ningún tercero. Suena fácil, pero el camino que lleva a ser un individuo, suele estar plagado de golpes al menos hasta que uno decide dejar de caerle bien al resto del mundo, prescindiendo de aplauso y reconocimiento. Ser, es lo contrario de parecer. El problema es que muchas veces, no nos enteramos de que hemos tomado como propio el "te parecés", y nos enojamos con aquellos que nos devuelven un rostro más real que aquel que han fabricado los años y la herencia. La faz que realmente nos pertenece, suele ser desconocida para nosotros mismos; y lejos de admitirla, la rechazamos sin otro motivo que el desconocimiento que tenemos acerca de nuestra verdad. La identidad es el reflejo de lo que hacemos en la vida: si "copiamos y pegamos", sólo seremos un clon. Si en cambio somos creativos, tenemos la posibilidad de hacer algo único para ser singulares. Podríamos decir que la creatividad, es la vara con la que podemos medir cuan lejos o cerca estamos de nosotros mismos. 

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