martes, 12 de marzo de 2013

LAS MUJERES, LA OTRA, Y ELLOS

Normalmente creemos que las mujeres que gustan de los hombres, desean conquistarlos por una simple y sencilla atracción de tipo sexual y elección hetero; además de las consabidas necesidades emocionales que todo ser humano sin distinción de sexo, abriga.desea y se propone . No obstante, las damiselas que se adornan como amazonas listas para la conquista y el cortejo; lo hacen no siempre con la pacífica idea de agradar, sino de "competir" con esa que lo lleva de la mano:  "LA OTRA". 
Es vox pópuli, -como muchos hombres lo saben y lo han experimentado en su propia vida; que no hay más que llevar una alianza en el dedo anular,  para pasar de ser un moscardón molesto, feo, mal afeitado y gruñón, a ser un atractivo exponente del género masculino, codiciado repentinamente  por un cardumen de sirenas.  En esta situación, el candidato al harem se dice a sí mismo dos cosas:
1-Justo ahora que me comprometí con Fulana!!!!!!!



2-Es que soy irresistible. 

Con estos dos pensamientos que se alternan entre la fanfarronería y la resignación, sigue caminando el hombre y esquivando las miradas de las mujeres, que parecieran no advertir que  lleva de la mano, de la cintura o del cuello; a su bienamada novia; y cuya indignada y celosa mirada, -la de ella-, se vuelve más arrobada hacia el susodicho, sintiéndose envidiada y con mucha suerte, por haber "percibido" el poderoso sex appeal que seguramente debe tener, aunque ella no lo haya detectado ... hasta ese momento en que otras lo están mirando.
Desde que el mundo es mundo, se endosó el instinto de competencia al macho, que en pos de la conquista, se ha ido arrimando a toda hembra que anduviese por ahí con el propósito de hacer una nueva marca a la culata de su pistola;  y que incluso, en un derroche de creatividad insoslayable, creó memorables versos que van desde el "todo bicho que camina va a parar al asador", hasta el gauchesco "todo lo que tiene agujero es poncho". No obstante, la competencia masculina viene después de haber hecho la anotación en la culata de "su arma" ahora devenida en "medidor"; cuya cantidad dirimirá la disputa señalando a quien la tiene más larga, quien es más macho, o quien se las sabe todas. Por supuesto, como podremos darnos cuenta, la mujer tiene una aproximación diferente al término "competir"; y con quien lleva a cabo el desafío, es con la famosa OTRA. A ella no le interesa tanto quedarse con su trofeo; y menos le importa la cantidad de hombres con los que haya entrado en contacto. Para ella lo verdaderamente importante, es averiguar  "QUE TIENE ESA OTRA QUE NO TENGA YO"; y hará todo lo posible para demostrarse que ella también es capaz de "tener uno igual". La pistola que antes tenía el hombre para contabilizar sus victorias, pasa a ser ella misma, y su misión será la de demostrarse que puede desbancar a la "titular". En caso de no poder en la primera vuelta, irá a ballotage, y si no, esperará días, meses y años, bajo el aliciente de que "con su mujer, las cosas están muy mal".  

Señores: lo crean o no, lo que ellas buscan no es su irresistible perfume a feromonas; ni su fuerza muscular, ni su bolsillo, ni su billetera; -que son buenas opciones pero no lo suficiente buenas-; lo que la mujer quiere es responderse una pregunta acerca de si es o no capaz de serlo todo  para alguien; y no existe mayor confirmación de ello, que poder vencer a una rival. Si no lo alcanzas a comprender del todo, vuelve a mirar "Cenicienta", y allí podrás ver de son capaces ellas a la hora de que les calce el zapato. 

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