jueves, 28 de marzo de 2013

EXPRESAR EL DOLOR




Lo que la mente no puede elaborar, queda impreso como una cicatriz dolorosa; y tal como lo hacen los glóbulos blancos con una herida, las palabras intentan rodear ese agujero para poder definirlo, para poder poner nombre a lo que duele, y proceder a sanarlo. Si no somos capaces de expresar en palabras aquello que nos ha lastimado, la reacción natural es una infección que termina por desbordar las defensas, convertirse en dolor psíquico, luego en síntoma disfrazado de impedimento, fracaso, culpa, inhibición, dificultades en vínculos, depresión, etc.; y en última instancia, termina por herir al cuerpo.

No hay dolor que desaparezca simplemente por ignorarlo.

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