martes, 5 de marzo de 2013

HASTA DONDE ES BUENO SER NORMAL?


Para tomar tan solo un ejemplo, las personas que han vivido mal trato en forma continua,  -y sobre todo aquellos que lo han padecido desde temprano, como parte de su formación diaria-, tienden una tendencia mucho mayor a acostumbrarse al mismo, sin percatarse de que éste, -aún en contra de su deseo consciente-, se convertirá en el modo habitual de tratar o de ser tratado por los demás. Lo NORMAL para una persona, suele ser aquello que se vive en forma cotidiana en el ambiente hogareño, y es por ello que aún en contra de su voluntad, llegará algún día en el que deberá enfrentarse a esto que se ha convertido en parte del paisaje diario de la vida; y ha pasado a ser tan invisible como el notorio parecido genético entre padres e hijos.
Los hábitos y las costumbres, -que van desde rasgo hasta actitudes-; crean un punto ciego en nosotros mismos, generando una consciencia distorsionada de la realidad circundante, a la cual veremos escotomizada gracias a la sombra que proyecta nuestra mirada hacia el entorno. Es como si ese punto ciego, fuese una mancha en nuestra pupila, que no permite ver la escena completa; borroneando o incluso tapando por completo, aquella parte de la realidad que tenemos incorporada como "pauta" o hábito normal; aún cuando racionalmente lo condenemos o nos resulte algo nocivo.  
Teniendo en cuenta esto último, no debiera extrañarnos que quienes provengan de un hogar en donde el amor se asocia a los golpes, al alcohol, a las riñas o a situaciones desde penosas hasta engañosas; elijan una pareja que tenga características de este tipo; o al menos sea alguien con quien tomar tales roles.
Modificar estas conductas no es imposible; pero exige de una toma de cosnciencia que no siempre es fácil ni completa; y que deberá acompañarse de actos creativos tendientes a generar nuevas actitudes ante situaciones que se repiten y detonan el cuadro o conducta no deseada. 

Solemos encontrar en el camino de nuestra vida un sin fin de parecidos a las situaciones que hemos vivido en nuestro primer hogar. Parecidos que incluso sin ser terriblemente devastadores, pueden asemejar a nuestra pareja con nuestra madre o padre, a nuestros hijos con nosotros, y a nosotros con nuestros padres; y sin embargo, solemos sonreir ante el hecho, como si eso nos declarara hijos legales o dilectos, inconfundiblemente perteneciente a la casta familiar de los "fulano y mengano". 
Tal vez se nos termine de caer la sonrisa, cuando por fin nos demos cuenta de que lo semejante, lo repetido y lo habitual, es un punto normal-mente ciego, que nos trae más de lo mismo una y otra vez. La norma es lo que se repite en una gran cantidad de casos; en tanto que la creatividad está por fuera de lo repetitivo. O no te has dado cuenta que después de todo, tú eres tú por las diferencias, y no por las similitudes?. 
Que tengas un buen día!


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