domingo, 17 de febrero de 2013

MIEDO A SER UNO MISMO

Nuestra identidad se basa en lo que llamamos "Identificaciones". Desde que llegamos al mundo, asistimos e incorporamos como propia,  una predisposición general que trata de homologar al recién nacido con uno de sus padres; y es por ello que como si fuera un ritual de pertenencia, lo primero que hacemos ante la visión de un bebé, es buscar el parecido parental de la critatura: a la mamá, al papá, y por qué no al abuelo, al tío, o incluso a "extraños" de la familia.  Siguiendo en esa línea, nuestras virtudes y nuestros defectos a medida que vamos creciendo, pasan a tener antecedentes en la cadena de los que nos precedieron, y según una cantidad de viariables que incluirán inevitablemente la afinidad o el rechazo por los comparados;  pasaremos a ser tan tesoneros como el abuelo, a portar el mal genio de la abuela, a poseer la inteligencia del padrino, o el ánimo vengativo de tía Rosita.  De este modo, casi nada podrá asimilarse como característica propia, ni quedará librado a la unicidad; mientras que paradojalmente,  vamos creando una imagen considerada "única", con los restos de lo que hemos heredado de los demás. No caben dudas de que la genética tiene realmente un gran papel que cumplir en estos "parecidos"; no obstante, la combinación de los genes hace de nosotros seres realmente únicos que quedan "pegados" a los adjetivos calificativos de nuestros mayores. De hecho, muchas veces se nos adjudican características que terminamos por "adquirir"; obedeciendo inconscientemente gracias al poder de la palabra y la autoridad de los mayores.  Quien no se ha sentido alguna vez humillado cuando le han dicho "vago como un fulano de tal",  por haberse sacado una mala nota en el colegio?. Y no son pocos los que han padecido serios estigmas por ser comparados con alguien realmente criticado y marginado por la familia. En este edificio "construido" como una identidad individual, tiene mucho de arquitectura y poco de espontaneidad y escencia;  no obstante, tiene el peso de la carga hereditaria que se "repite" por gracia de lo cultural.
Aquello que es verdaderamente original y nuestro;  eso a lo que llamamos "SI MISMO", es algo que por lo general choca con la educación, los padres y el entorno; siendo un camino contrario al anterior, en donde el des-aprendizaje, es lo que queda por recorrer. Ni bien nuestra unicidad asoma, comienzan los grandes tironeos entre lo que hemos adoptado como mismidad/identidad; y lo que interiormente quisiéramos mostrar, ser y hacer en el  mundo.  No es extraño que por no defraudar o no perder la aprobación y el amor, nos resignemos a abandonar la expresión genuina de nuestro Ser Esencial; y es por ello frecuente que quien no quiera dejarse vencer por el peso de su entorno y cultura, pase por una ardua labor no exenta de dolores, para transitar un camino por el cual llegar a ser quienes realmente se ES.
Nadie nos habilita a ser nosotros mismos; ya que la originalidad es "lo distinto"; y por ser diferente, desentonar, tiene un costo que se paga y se premia con libertad e independencia. No son mayoría los que se atreven a SER, resignando o al menos arriesgando, el aplauso o la pertenencia; y es por ello que habrá que pensar un poco más detenidamente el mérito o el orgullo de "parecernos a"; prestando más atención a que hay mucho de nosotros sofocado bajo esos "parecidos". La individualidad y la originalidad, se alejan con cada acto de inseguridad, de hipocresía, de búsqueda de aprobación, y de temor al desamor; y se acerca cuando renunciamos al miedo de no pertenecer.

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