miércoles, 6 de febrero de 2013

PERSONALIDADES NARCISISTAS.




Las personas narcisistas jamás se interesan por lo que las demás hacen, pueden demostrar alegría solo cuando los otros se fijan en ellos; y como si fuesen bebés, no ven en a su alrededor nada que no sea su propio reflejo. Viven preocupados por su imagen, -que resulta ser un trabajo realmente agotador-, intentando obtener de los demás todo tipo de adulación y aplauso, y estallando en llanto, pataleo o protesta, cuando no se le permite seguir en la infantil condición de facilitarle absolutamente todo. Son personas que buscan la mirada del mundo y su "obediencia" para sentirse realmente importantes, y es por ello que en lugar de ser fuertes, son dependientes de todo lo que otro pueda hacer, decir o incluso pensar de ellos. Parecen soberbios y autosuficientes, y debajo de una máscara de "autoconfianza", llora un niño con rudimentos poco maduros para cohesionar y desplegar una identidad balanceada. Su típica huida de situaciones que no puede elaborar, puede tender tras de él un halo de "seguridad" de la que carece, sufriendo internamente muchos desaires por no haber conseguido el fin que se había propuesto.
El respeto, como parte de la aceptación y reconocimiento del borde que delimita su mundo-identidad-espacio del mundo del otro, es sumamente voluble, y es por ello que le cuesta aceptar las diferencias y los límites normales en el intercambio vincular en las relaciones yo-tú.  Por lo general,  los traspasa una y otra vez, reclamando siempre que nadie atraviese el propio; siendo que el propio suele tener  un tamaño exacerbado por pertenecer más al producto de su fantasía, que al registro de eso que llamamos realidad. Igual que un neonato, no distinguen "adentro" de "afuera", y es por tal motivo que no son capaces de registrar que ellos mismos no son la totalidad, ni dioses, ni el infinito mundo; y que su espacio no abarca la infinitud ni el espacio del otro.
El normal desarrollo de la personalidad adulta, necesita reconocer una falta fundamental; aquello que nos hace incompletos, en contraposición a la omnipotencia del bebé que cree que él y el mundo son exactamente lo mismo. La superación del pensamiento mágico y la omnipotencia son los pasos normales que comienzan a darse a partir de que reconocemos que no todos serán incondicionales con nosotros en la vida; y si no se puede salir de ese útero nutricio que todo lo brinda y de todo nos protege, veremos enemigos sembrados por todos lados, tan sólo porque esperamos que el otro, sea un espejo de nosotros y no otro individuo con sus propios deseos y por qué no, con sus propios límites.





Lic. Gabriela Borraccetti


Psicóloga Clínica

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