viernes, 19 de abril de 2013

LA BUENA SUERTE



Alguna vez tomaste consciencia de cuanto te cuesta tener un pensamiento feliz, en contraposición con lo fácil que te resulta tener muchas ideas y elucubraciones negativas?.
Es como si el miedo, la duda, y la desazón,  fuesen la base de una cultura, cuya dirección y manejo, se reserva a unos pocos que  nacen fuera de este círculo abrumadoramente mayoritario. Existe un porcentaje infinitamente superior de ciudadanos de este mundo, que asoma su cabeza al sol, sin darse la más mínima cuenta, de que vive en una marea programada para percibir la realidad como un gran pié que aplasta todo lo que se podría haber sido, hecho, o creado; de no ser por tener siempre presente, -como un cartel de luces de neón-, la palabra "imposibilidad", sumada a mensajes llenos de duda, y a la autodescalificación automática que como un mantra, nos repetimos rezando un "y quien soy yo para que me den importancia".

En el fondo de tanta pésima "educación", se encuentra el enorme temor a la capacidad creativa del ser humano, y es por ello que se lo esteriliza desde sus primeros años, generándo sin ninguna consciencia, -y a través de la educación-;  trabas, culpas, y prohibiciones, que a su vez se alimentan de la única sensación de poder que pueden llegar a tener aquellos que acceden al lugar de "padres".  El respeto mezclado con temor a algo superior, recorre una escalera que va de papá y mamá, hasta dios, el diablo, el cuco,  las autoridades, el gobierno, y todo lo que se plantee como una amenaza a una expresión sana y libre de la personalidad. 
En estos últimos tiempos, pareciera que no está tan de moda erigir la parte más seria de la prohibición, -y que tiene que ver con la responsabilidad-, pero sí la caprichosa definición de autoridad, sobre la que se sostienen muchas tiranías que bajo un poder corporativo, se ponen a la cabeza de un mundo que precisa aún estéril de todo impulso creador. 
De este modo, nos vamos definiendo en medio de la erradicación de la fe, la confianza, y la generosidad de la vida;  creyendo ser libres e independientes por tan solo poder ir de casa  al trabajo, tener a lo sumo vacaciones, y volver nuevamente al hogar como si fuésemos hormigas amaestradas. Desde ese lugar negro, con lentes negros y panorama gris, nada puede ser más difícil que estar contento y tener en foco un camino feliz, en el cual poder erigirnos como reales protagonistas de nuestra historia. Programados desde un lugar de inferioridad, crecemos mirando con susto a aventurarnos fuera de nuestro círculo habitual; y es por eso que ante lo nuevo, solemos dudar y arriesgar muy poco, apareciendo la más de las veces, los mensajes del miedo y la inseguridad. 
Si algo de esto fuera exagerado, no sería tan difícil vaciar nuestra cabeza de imposibilidades, y creer que somos los que "cortamos el bacalao" de nuestra vida. Por lo general, vivimos pidiendo permisos que no necesitamos, y aprobaciones que nos resultan indispensables casi tanto como respirar. 
Si alguna vez tomas consciencia de que es cierto que el programa mental al que nos habituamos de pequeños tiene mensajes devastadores, no será tan difícil perder el temor a los cambios, a lo inestable y a lo inseguro; ya que allí, donde nada está escrito y donde todo es posible, es el lugar donde está permitido pensar que todo puede ser. Y eso es la buena suerte de ser libre.

1 comentario:

  1. Es tan contradictorio...... si eres diferente y tienes la autoestima alta te tachan de creerte especial, pero si sigues las normas establecidas eres un borrego siguiendo el rebaño......

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