jueves, 24 de enero de 2013

PERSONALIDADES CAMALEÓNICAS -Por Gabriela Borraccetti-

Los límites no debieran ser limitaciones, sino bordes claros en donde delinear una figura. Por ej, el cuerpo tiene un límite visible, y nadie podría confundirnos con la persona, los objetos o las plantas que se encuentran a nuestras espaldas o se hallan fuera del campo de lo que llamamos "yo". Allí donde puede destacarse algo que sobresale y resalta, se delinea el centro de un foco que nos permite saber donde algo o alguien comienza  y termina, estableciendo gracias a lo claro de la imagen, una identidad en tanto otro con el que podemos interactuar. 
Cuando alguien confunde la figura con el fondo, pasa a ver al otro como algo amorfo, y por ello, necesariamente se extra-limita;  observando esa realidad que tiene frente a sí, como si fuese una mancha borrosa; tal como si le faltaran los lentes correctos para distinguir lo escencial de lo secundario; o los bordes del fondo. Su dificultad en observar límites, se traduce entonces en problemas para establecer los propios bordes; mostrándose como peces sumamente resbaladizos, que difuminan todo lo que dicen, hacen, piensan, muestran de sí, y hacen. Son las típicas personas que hablan y no saben cuando parar de hablar; son aquellos en cuyas vidas, los vínculos se "chocan" y mezclan, sin saber donde empiezan las obligaciones de uno y los derechos de otro;  sin existir nociones claras de "autoridad"; y que guardan, bajo una aparente docilidad, el sentimiento de ser "víctimas" de la falta de claridad y límites de los demás.  Por supuesto, para quien carece de bordes claros, es muy difícil no cambiar de forma-identidad, gracias a lo endeble de su contorno; y es por ello que ellos mismos actúan como si fuesen camaleones, decepcionándose muy seguido en sus vínculos, cuando el otro se ve abrumado por la constante metamorfosis a la que inconscientemente echan mano, cada vez que insisten en traspasar las barreras que delimitan el contorno ajeno.  Gracias a este tipo de dinámica, nunca se sienten satisfechos con lo obtenido en la relación yo-tú; y es por ello que buscan en una persona, en otra, y en otra más; a alguien que los escuche indefinidiamente, los comprenda indefinidamente, los atienda indefinidamente, los contenga indefinidamente y los sostenga ilimitadamente. Les resulta prácticamente imposible distinguir entre el propio lugar y el del otro; generando todo tipo de situaciones incómodas que finalizan normalmente con un portazo o la construcción de un murallón,  cosa que se entienda que ya no se tolera más el "traspaso" de fronteras. Fácilmente se puede deducir que tal tipo de ida y vuelta, genera agresión en el entorno, y es por ello que las relaciones suelen tener finales bastante dolorosos y álgidos, o volverse realmente insidiosos; reafirmando el mito personal de que la vida es injusta, dolorosa, y que es necesario convertirse en martir, o en alguien que termina por creerse espiritualmente superiror, gracias a su capacidad de sufrimiento. Así es como el círculo vuelve e empezar. 
El exceso de límites construye una personalidad rígida. La falta de ellos, impide una clara identidad. En el medio, se encuentra la personalidad sana.

3 comentarios:

  1. que buena descripción Gabi, lo indefinido de los límites, eso lo pude ver cuando me lo indicaste en mi carta, hasta ese momento no era consciente de ésto, ahora que se no puedo mirar al costado.
    gracias!!!

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  2. gracias Gabriela, muy clara y limpia tu exposición, mas si cabe cuando hablamos de los mil y un rostro de neptuno, un saludo!

    Javier Varela.

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  3. Muy clarito!! Y cuántas veces nos vemos envueltos en estas situaciones, XD!!!

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