jueves, 31 de enero de 2013

CUIDADO CON LAS PALABRAS


En este mundo que nos pintan todos los días de gris, y en el que nos han instalado la idea de que los sueños sólo pueden comprarse; definimos la alegría según nuestra vida se asemeje o diste de las publicidades de T.V; tenga "superávit", o se encuentre en "default".
Gracias a este lenguaje que "mide" por lo mucho o por lo poco; creamos relaciones basadas en este principio de cantidad, y vamos reemplazando el "valor"; por el peso del signo pesos, como condición de nuestras relaciones.
Cuando nos defraudan, nos quejamos de esta "miserable" vida; y reciclamos un círculo vicioso, cada vez un poco más gris.
Si somos capaces de advertir que esta maquinaria está siendo alimentada por pensamientos cuantitativos; podremos comenzar a vislumbrar que lo realmente valioso, está en el corazón; que existen sueños con alas a los que nunca debiéramos renunciar; y que su única medida es el amor con el que elijamos rodearnos de vínculos, trabajo, amigos, o hobbies que sean o no significativos. De este modo, puede que comencemos a ver otros colores en el horizonte fuera del gris con que se imprimen los billetes; y junto con ello, a salir del condicionamiento de las palabras en el que como robots,  nos hemos sumergido sin darnos cuenta hasta dejar de recordar un poco cada día, que somos seres humanos y no cifras de un balance que así, no nos va a cerrar nunca.
El pensamiento siempre es generador de estados de ánimo y creador de las circunstancias en las que vivimos; y estar basándolo en cuentas, solo hará que una gran mayoría que no nació destinada a llevar el nombre Rockefeller, se sienta abatida y haciendo constantes comparaciones respecto de "cuanto mejor podría vivir si tuviera". Nada podrá cambiar al extremo de volvernos millonarios en el mundo de la materia, pero sí  puede llegar a girar en 180 grados aquello que elegimos sentir y pensar, respecto de cuanta suerte tenemos por haber nacido siendo quienes somos.
Valorarse no tiene precio. 

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