martes, 22 de enero de 2013

LA PROYECCIÓN EN LA PRÁCTICA COTIDIANA -Por Gabriela Borraccetti-

Existen varias formas de llegar a darnos cuenta de que tenemos mucho que ver con  lo que nos sucede; y si bien en los últimos tiempos, nos hemos acostumbrado a los "interpretadores compulsivos", -aquellos que ante el primer comentario, confesión o incluso discusión intentan hurgar acerca de proyecciones y lecturas parciales acerca del sentido "real" de nuestra expresión-; debemos reconocer que el Inconsciente no suele ser tan lineal como nos gustaría. Llegado el caso, la proyección tiene distintos niveles, y aunque por lo general lo que devela en modo "salvaje", apenas roza la capa más superficial de nuestro mundo oscuro, es el modo supuestamente más accesible, para cualquier lego que intente posicionarse en "sillón del psicoanalista".  Por esta razón, si algo queremos aprender del concepto de proyección, podemos denominar como tal a lo que nosotros interpretamos de lo que otro dice; pues esa es la mejor forma de detectar lo que a nosotros nos preocupa y no lo que el otro oculta bajo represión. 
No es casual que quienes están muy preocupados por hurgar en el material psíquico de su interlocutor, sean los más reacios a ser "interpretados", rechazando de plano las observaciones que se le hagan al respecto, tal como lo haría un niño al cual se le quita una caja de caramelos, para evitar que la consuma sin responsabilidad. Con sólo probar llamarles la atención, esgrimen defensas de todo tipo, comenzando por un "yo ya me analicé", "yo ya lo superé", "a vos te molesta que yo pueda interpretar", -incluso si quien hace la observación es un psicólogo. La cantidad variopinta de argumentos que se esgrimen, intentan ocultar lo inadecuado, fuera de lugar, de tiempo, de conocimiento y de práctica; y por sobre todas las cosas, el estar siendo invasivos con tal de satisfacer el anhelo personal de sentirse en un lugar de PODER y CONTROL. Poder atravesar las defensas del otro, sirve para sentirnos a salvo de ser puestos en el "sillón del analizado". Es por eso que son muchos los que  hacen de los cliché que circulan por ahí como "saberes psi", un certificado oficial de su título no obtenido, cosa de percibirse a salvo de las amenazas de su propio Inconsciente sin necesidad de buscar un analista. Entrometerse allí donde nadie nos ha llamado, -y donde ni siquiera el "dueño" de ese Inconsciente puede ingresar por propia voluntad-; implica atravesar un límite al que se teme. El problema, es que se lo atraviesa en el otro, en lugar de animarse a hacerlo consigo mismo; y esto denota que existe una personalidad narcisista que intenta visualizarse como "superior" o "a salvo" en algún sentido, a través del dominio de quien resulte su par o espejo. 
La situación de análisis no es una relación de igualdad; a ella se acude suponiendo un saber en quien dirigirá la cura; y por ende, no se desarrolla en los mismos términos que cualquier conversación casual. Si uno va por ahí  haciendo gala de sus artes interpretativas, es síntoma de que se está huyendo de algo que amenaza con desbordarnos. Eso sí, para saber qué es, qué significa, que deseo encubre, y por qué nos da miedo, no quedará otra que ir al analista. 

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