Todos leemos a diario la palabra "CONSCIENCIA" y "LUZ" por doquier. Pero que relación tienen estos términos?, por qué se asimila la consciencia a la iluminación?, y que significan en realidad?.
Veamos un modo esquemático de entender este importante asunto.
A la primera palabra, -la consciencia-, se la imagina como conocer, saber y ver algo que tenemos ahí, delante de nuestra nariz y que podemos palpar como "una realidad" o una "verdad".
Que diga esto, no es azaroso, porque también podemos ser conscientes de una fantasía y saber que es una fantasía. La cuestión es si podemos llamar "verdad" o realidad a algo que no se toca ni se ve.
Eso es algo bastante difícil para todos, sobre todo a la hora de hallar el camino para encontrar su significado.
Si yo imagino el cuadro, la obra o bosquejo algo en mi mente; si imagino lo que alguien me dirá o lo que voy a contestarle si me llegase a decir tal o cual cosa..., soy consciente de que estoy imaginando. El problema sobreviene cuando identifico lo que pienso con una verdad absoluta y actúo en consecuencia.
Si no existiera un espacio entre lo que imagino y lo imaginado, quizá sería acertado decir que "deliro" o que no estoy en mis cabales, lo cual indicaría que no nos es posible distinguir la diferencia y espacio que media entre "yo" y ese "objeto".
Entonces pensemos en cuantas veces alguien nos dice: "eso te queda mal" y nuestra reacción es ir y cambiarnos de ropa. Nos identificamos con la prenda y cambiamos la cáscara. No existe una consciencia de la propia belleza y pareciera que nos "contagiamos" o quedamos pegados a la cosa que nos transfiere su fealdad. Lo mismo sucede cuando alguien nos dice "sos malo", "estás enojado", "sos vago" o cualquier des-calificativo, y ni que hablar cuando se trata de diálogos internos en los que colocamos al otro una respuesta, -antes que nos responda-, adjudicando intenciones que quizá no existan pero cobran entidad real en nuestra mente.
Lo mismo se puede decir a cuando nos halagan y nos tratan de "santos elevados", "bellezas universales" o lo que a Ud. se le ocurra como bello o beatífico en este momento. Identificarnos con lo horrendo y lo maravilloso, son situaciones totalmente erróneas y es lo que el ego hace todo el tiempo.
Quedar "abrochados" al adjetivo sin previa reflexión, análisis o des-identificación, significa que no existe espacio, luz, iluminación que deje ver que el por qué eso que sucede o me dicen, me halaga o me destruye.
El momento en el que ante un insulto, en lugar de arrojar otro me detengo y me pregunto: ¿por qué me ofendo?, es un momento de consciencia, incluso aunque sienta que por dentro me estallan los cohetes. El silencio y el intento de pensar que botón se ha activado en el alma, que dolor o que vanidad ha hecho su aparición o que causó nuestra ofensa, es por lo menos un destello, un intento de crear un espacio entre eso y nosotros.
Por lo tanto, ser conscientes nos lleva a saber bien quienes somos, reconocer nuestros defectos y virtudes, pero no a reaccionar ante todos los insultos o las definiciones que vienen desde el exterior.
Para llegar a eso, hay que crear luz, espacio entre las cosas con las que quedamos identificados/pegados/definidos/... y nosotros.
Eso es el real consciencia: permanecer en eje pero no a fuerza de grilletes. No se trata de mascar odio, rencor, tragar, callar, reprimir, envaneces, demostrar, hacer de cuenta que no escuchamos nada, fingir que no nos dolió y hacernos los superados redoblando o no las apuestas con bajezas tales como "eso es lo que te debe pasar a vos"; -algo que leemos también a diario como psicología barata o intentos cancelatorios de New Age-.
Ser conscientes no tiene nada que ver con el "cancelado, cancelado, cancelado", TODO LO CONTRARIO!, ni tampoco con la no devolución de contestaciones, porque algunas veces, esta devolución lleva un rayo de luz que termina por arrojar luz sobre el tema en danza; incluso devolviendo la pregunta de un modo que deja al interlocutor obligado a pensar.
Ser conscientes es CREAR UN ESPACIO, UNA LUZ con la cual darnos cuenta de que si algo nos lleva a reaccionar, favorable o desfavorablemente, es porque estamos pegados a algún adjetivo.
Si alguien nos llama y nos cuenta una desgracia, para poder ayudar no es necesario compadecerse.
Es más, la mayoría de las veces nos compadecemos, lloramos con el otro y eso nos identifica tanto con su dolor que no podemos ayudarlo.
No quiero decir con esto que hay que ser de piedra y no conmoverse, pero hay que mantener una luz entre lo que se es y lo que está ocurriendo para poder saber por donde ir y qué hacer. La consciencia es un foco, un faro que nos permite conocer el camino.
NO IDENTIFICARSE ES UN PASO FUNDAMENTAL PARA SER CONSCIENTES y para poder hacer sin cercenar emociones positivas o negativas, pero para eso, no es suficiente con leer este artículo: saber que no somos ni las palabras que nos dicen, ni nuestro nombre, lleva un largo trecho de trabajo especializado para salir de la conmoción, el enojo o la eterna alaegría que entre paréntesis nos venden en cada promoción sin que jamás podamos alcanzarla.
Existe sí la paz, la mayor felicidad a la que un hombre consciente puede aspirar.
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