Cuando un paciente falta a su sesión es porque tiene algún "entuerto" que solucionar y supone que lo hará faltando a su terapia excusándose por mil y un motivos que a su modo de ver, lo eximen de acudir y justifican su ausencia. ¿Por qué habría alguien de suponer que la solución de un problema excluye necesariamente al diván, si desde el momento en que decidió comenzar a hacer terapia aceptó que sus problemas no podían ser resueltos en la soledad de su mente?. Por qué incluso podría darse una suba oportuna de alguna fiebre unas horas antes de tener que ir al sillón del psicoanalista?. Pues bien, a no ser que se trate de una falta por muerte o enfermedad invalidante, -lo cual sí es justificable-, no hay motivo para no ir salvo lo que llamamos "resistencia", es decir el "temor" a encontrar que somos responsables de lo que nos sucede. Este es un esquema escueto para describir de forma aún superficial el por qué las sesiones se cobran cuando la ausencia se produce, ya que toda resistencia generaría la necesidad de huir del lugar en donde tomamos consciencia de que no existe nadie más a quien culpar de nuestros avatares. Nuestra falta no tiene por qué ser pagada por otro, y es preciso hacernos cargo de lo que hacemos, cuando lo hacemos y como lo hacemos. Por otra parte, en ese pago se mide el valor que le damos a nuestro tiempo, aprendiendo a respetarlo y a colocar los límtes a donde nos son necesarios para poder tomar referencia de nuestra interioridad. Si no fuera así, el análisis pasaría a ser una charla con un amigo postergable, modificable en tiempo, horario y duración, y dependiente también de la tolerancia que el otro nos tenga por afecto. Comenzar un análisis implica cortar el círculo vicioso de la queja y el padecimiento, y esto se logra solo ocupando el lugar que es nuestro y de nadie más teniendo ello un costo: saber que no somos lo que otro desea que seamos, sino que somos sujetos de nuestro propio deseo capaces de elegir en lugar de ser elegidos.
lunes, 10 de febrero de 2014
domingo, 9 de febrero de 2014
PSÍMBOLOS: EL DRAMA EN NUESTRAS RELACIONES y EL EDIPO QUE NOS PARIÓ
Para evitar que se cumpliera semejante oráculo, Edipo huyóde Corinto, y de aquellos que creía eran sus padres. El azar lo conduce al cabo de varios años a que en un cruce de caminos mate a su verdadero padre, Layo, desconociendo su verdadera identidad. Asífue como se presentóen la ciudad de Tebas donde acierta a descifrar un enigma de la Esfinge que tenía tiranizada a la ciudadanía de aquel estado. Como mérito a su hazaña desposa la esposa del rey, Yocasta, quién es su verdadera madre. Cuando se descubre la verdadera situación de sus actuales relaciones familiares parte al destierro, ciego, acompañado de su hermana-hija Antígona como lazarillo."
Referencia: Dioses y Héroes de la Mitología Griega
© Apocatastasis: Literatura y Contenidos Seleccionados
Algunos más otros menos, conocemos las implicancias de Edipo en nuestras vidas, y en una simplificación excesiva, solemos asociarlo con el amor al padre de sexo contrario. No obstante una lectura algo más creativa podría estar diciéndonos que huir del destino no es posible siendo que el destino está directamente relacionado con nuestras raíces, y que por más que queramos diferenciarnos de esos padres a los que hemos criticado despiadadamente por su abandono, por su destierro, por su ambición, o cualquier tipo de faltas, terminaremos enredados con ellos a través de figuras que nos devuelvan el problema que con ellos quedó sin resolver. Por medio de nuestras relaciones de pareja, con nuestros hijos, etc., terminamos lidiando con ellos en la vida cotidiana a pesar de no ver, -de estar ciegos-, del parecido y repetición de historias. El día que nos arrancamos los ojos, es decir, que podemos mirar y ver hacia adentro en lugar de guiarnos por la fascinación de las imágenes superficiales con las que creemos haber tomado distancia de nuestra historia, llegamos a tomar consciencia de nuestras repeticiones permitiéndonos así comenzar un camino distinto, en tanto que seguir enfocando nuestros ojos viendo lo que queremos ver, nos deja permanecer en la ceguera y pegados a una herencia que se transforma en oráculo y en destino. Cuando Edipo decide cegar sus ojos para no caer en el hechizo de las imágenes, se dispone a escuchar una VOZ como guía, y el hecho de que sea una voz femenina, -la de su hermana-lazarillo-, remite al inconsciente, a lo que no se ve y está oculto en lo profundo de la psique. La hermana no es la madre, no es la historia en sí, es parte de ella y es la posibilidad de su modificación, y es que con rechazar nuestro pasado, no haremos más que repetirlo.
Repetirlo en frustraciones, en conflicto con los hijos, con las parejas, con las personas significativas de la vida.
Recuerda: solo se puede modificar lo que se hace CONSCIENTE. Y la CONSCIENCIA duele como el poder de la luz hiere al ojo que estuvo mucho tiempo en la oscuridad. -Gabriela Borraccetti-
martes, 14 de enero de 2014
LAS GRASAS Y LOS CONFLICTOS DISFRAZADOS DE PREOCUPACIÓN
Hay muchas formas de manifestar desaprobación, disgusto, enojo, rencor e incluso antagonismo por alguna situación, y las personas que intentan ser siempre agradables o adoran formarse acerca de sí una visión positiva, moderada y diplomática , acuden a formas que realmente pueden pasar hasta con cierto éxito el etiquetado de "rechazo" que cualquier persona reconoce cuando está siendo receptora de algún tipo de descalificación. Basados por ej. en cuestiones de "salud" y sobre todo fundados en una "preocupación" al respecto, se pasan facturas que en el fondo llevan un reclamo y generalmente una demanda de amor. Hay quienes comienzan su frase diciendo: "NO es por estética, pero estás muy gord@ y peligra tu vida", lo cual puede ser realmente cierto y normalmente la obesidad trae complicaciones variadas y complejas que van desde el subir un escalón hasta el famoso colesterol y sistema circulatorio. No obstante, la partícula NO, está allí denotando que en realidad, lo que se está condenando no son solo los rollos y las grasas trans o saturadas del otro, sino algo que va más allá de lo dicho con cautela y hasta presunción de cariño. Pero..., ¿Que es eso que podría causar tanta crítica en quien intenta en realidad, hacer sentir al rollizo como si fuera una cosa a la que se puede apreciar como si fuera un objeto a ser observado?. Por supuesto, hay miles de cuestiones que en el fondo, pueden estar siendo la causa de la agresión: viejas deudas afectivas, emotivas, materiales, así como también desamor real o maginario que siente quien intenta negar en sí mismo, una bronca que ha tragado tan vorazmente como su criticado y obeso espejo. Quizá es por ello que la obesidad despierta tanto encono, tanto maltrato y tan poca consideración, y un lugar espectacular donde ir a tirar los dardos que no se tiran a un rengo, a un sordo, o a un minusválido. En el caso de estos últimos, incluso se considera de "mal gusto" observar su imposibilidad con una mirada directa, y al revés del gordo, los ojos se desvían como si no vieran nada diferente en quien cojea con sus muletas. En fin, disfraces diferentes para egos que no soportan su propia renguera, pero retomando el tema de la inflación corporal, se considera al opíparo amigo/compañero/pariente como alguien que se dedica al placer mientras que el "benefactor de su salud" quizá se encuentre portando el peso de alguna factura, -bola de fraile o deuda de cualquier tipo-, que no puede digerir. No existe nadie en el mundo que no desearía comer helados, chocolates, postres, asados, pastas, salsas, frituras y demás manjares, sin tener que pagar con el peso de hidratos, calorías y kilos; de tal modo que cuando se avizora un monumento a la plétora, se dispara automáticamente la creencia de que ese otro vive "una vida de placeres" contrapuesta a las imposibilidades que siente quien dispara su crítica o su preocupado consejo.
La cuestión de los kilos es realmente una vía de escape, pero no solo para quien los lleva puestos, sino para quien no los quiere llevar en el cuerpo y los deja almacenar en el alma. Cuidado: cada vez que uno se enfrenta a un espejo que le arranca observaciones y críticas que nadie le pidió, es posible que esté frente a algo que lo enoja y se ha alojado como kilos de grasa en el alma. Por desgracia, y para negocio de muchos, esta interpretación de auto-rechazo, dependencia e inseguridad se suele adjudicar solo a las personas que se han excedido de peso, pero es válido también para aquellos que se empeñan en mostrarse estilizados por fuera y con grandes pesos por dentro a los cuales les da la espalda.
La cuestión de los kilos es realmente una vía de escape, pero no solo para quien los lleva puestos, sino para quien no los quiere llevar en el cuerpo y los deja almacenar en el alma. Cuidado: cada vez que uno se enfrenta a un espejo que le arranca observaciones y críticas que nadie le pidió, es posible que esté frente a algo que lo enoja y se ha alojado como kilos de grasa en el alma. Por desgracia, y para negocio de muchos, esta interpretación de auto-rechazo, dependencia e inseguridad se suele adjudicar solo a las personas que se han excedido de peso, pero es válido también para aquellos que se empeñan en mostrarse estilizados por fuera y con grandes pesos por dentro a los cuales les da la espalda.
jueves, 12 de septiembre de 2013
CUANDO EL CENTRO ESTÁ FUERA DEL CENTRO
Cuando hablamos de fidelidad y de felicidad, solemos referirla a lo externo. El afuera nos hace de metro patrón, y comenzamos desde temprano, a ajustar las medidas de nuestro deseo a sus requerimientos.
"Yo quiero hacer tal cosa, pero a fulanita o a menganito, le vendría bien o le gustaría, que yo haga tal o cual otra, y modifique un poco de acá y otro poco de allá..., porque...",
... y así seguimos hasta que nos deformamos de semejante manera que quedamos irreconocibles, y todo para poder caber en un traje que nos chinga, nos queda ajustado, corto o descentrado, y que definitivamente no es ni se parece remotamente al nuestro.
Como nos preocupa que nos mientan, que nos hagan el vacío, que se olviden de nosotros, que no nos escuchen, que no nos reconozcan, que no nos aplaudan, que no nos acepten, que nos rechacen, que nos corran de lugar, y todo aquello que implique quedar fuera del radio de aceptación de las personas, terminamos por convertirnos en alguien que ha quedado tan lejos de su centro, que en el único lugar en el que nos reconocemos, es en el espejo. Y no podía ser de otra manera, porque el espejo, también está ahí fuera.
La palabra infante significa indefenso, y es que es exactamente esa la situación en la que nos hallamos, cuando desde el inicio nuestros mensajes y gestos dependen de lo que mamá decodifique y llegue a intuir en ellos. Quizá tuvimos hambre y nos llevaron al médico, quizá tuvimos frío y nos desabrigaron más, o tal vez estábamos furiosos por un dolor de panza y nos dieron de comer, hasta que adoptamos estas interpretaciones ajenas como necesidades propias, siendo estos los primeros escalones subidos en la carrera que implica el encuentro con quienes realmente somos. Detrás de ese instante en donde es absolutamente necesario que alguien nos haga de voz y de piernas en el mundo, existen una infinidad de instantes en los que a pesar de poder hablar y caminar, conservamos el modelo que nos enseñó a acomodarnos a las señales externas, y poco a poco y sin darnos cuenta, terminamos por adaptarnos a lo que otro dice, enuncia, requiere o interpreta acerca de nosotros y de quienes deberíamos ser. Y claro..., llega un momento en que quedamos tan lejos de nuestra escencia, que junto con ello se nos escapa la definición de la felicidad.
Perder el centro, es adoptar uno que no nos pertenece, y vivir descentrados, no pareciera otorgar ni dicha ni plenitud, ni un sentimiento de saber quienes somos, ni sobre los pies de quienes estamos parados.
El camino no es fácil, pero para recobrar el sentido de la propia existencia es necesario registrar qué sucede cuando nos vemos frente a una decisión o una elección. El grado de malestar, de comodidad o disgusto que percibimos ante los requerimientos, es un buen termómetro como para saber cuanto vamos a traicionarnos..., otra vez. Y vendrá bien recordar que ya no somos indefensos infantes, sino que tenemos voz, tenemos voto, y por sobre todo, queremos el traje que está hecho a nuestra medida.
El costo?. Puede ser un poco de soledad al principio, para luego comenzar a reconstruir un centro a cuya luz, se acercan solo los que la ven hermosa.
Lic. Gabriela Borraccetti
"Yo quiero hacer tal cosa, pero a fulanita o a menganito, le vendría bien o le gustaría, que yo haga tal o cual otra, y modifique un poco de acá y otro poco de allá..., porque...",
... y así seguimos hasta que nos deformamos de semejante manera que quedamos irreconocibles, y todo para poder caber en un traje que nos chinga, nos queda ajustado, corto o descentrado, y que definitivamente no es ni se parece remotamente al nuestro.
Como nos preocupa que nos mientan, que nos hagan el vacío, que se olviden de nosotros, que no nos escuchen, que no nos reconozcan, que no nos aplaudan, que no nos acepten, que nos rechacen, que nos corran de lugar, y todo aquello que implique quedar fuera del radio de aceptación de las personas, terminamos por convertirnos en alguien que ha quedado tan lejos de su centro, que en el único lugar en el que nos reconocemos, es en el espejo. Y no podía ser de otra manera, porque el espejo, también está ahí fuera.
La palabra infante significa indefenso, y es que es exactamente esa la situación en la que nos hallamos, cuando desde el inicio nuestros mensajes y gestos dependen de lo que mamá decodifique y llegue a intuir en ellos. Quizá tuvimos hambre y nos llevaron al médico, quizá tuvimos frío y nos desabrigaron más, o tal vez estábamos furiosos por un dolor de panza y nos dieron de comer, hasta que adoptamos estas interpretaciones ajenas como necesidades propias, siendo estos los primeros escalones subidos en la carrera que implica el encuentro con quienes realmente somos. Detrás de ese instante en donde es absolutamente necesario que alguien nos haga de voz y de piernas en el mundo, existen una infinidad de instantes en los que a pesar de poder hablar y caminar, conservamos el modelo que nos enseñó a acomodarnos a las señales externas, y poco a poco y sin darnos cuenta, terminamos por adaptarnos a lo que otro dice, enuncia, requiere o interpreta acerca de nosotros y de quienes deberíamos ser. Y claro..., llega un momento en que quedamos tan lejos de nuestra escencia, que junto con ello se nos escapa la definición de la felicidad.
Perder el centro, es adoptar uno que no nos pertenece, y vivir descentrados, no pareciera otorgar ni dicha ni plenitud, ni un sentimiento de saber quienes somos, ni sobre los pies de quienes estamos parados.
El camino no es fácil, pero para recobrar el sentido de la propia existencia es necesario registrar qué sucede cuando nos vemos frente a una decisión o una elección. El grado de malestar, de comodidad o disgusto que percibimos ante los requerimientos, es un buen termómetro como para saber cuanto vamos a traicionarnos..., otra vez. Y vendrá bien recordar que ya no somos indefensos infantes, sino que tenemos voz, tenemos voto, y por sobre todo, queremos el traje que está hecho a nuestra medida.
El costo?. Puede ser un poco de soledad al principio, para luego comenzar a reconstruir un centro a cuya luz, se acercan solo los que la ven hermosa.
Lic. Gabriela Borraccetti
miércoles, 12 de junio de 2013
TOCAR EL ALMA
Una persona no sólo tiene un cuerpo que cuidar, sino espíritu, su mundo de pensamientos, afectos, emociones y deseos. Aquello que es intocable pero escencial.
La psicología se ocupa del cuidado del alma a la que llama psique, y en la medida en que nos adentramos en ella, el camino del autodescrubrimiento se vale de sueños, fantasías, y de todo lo que no se ve ni se palapa; incluso de aquello que pareciera no tener ningún sentido ni causa aparente, y cuyas conexiones no habremos de encontrar con un simple razonamiento o un método lógico y lineal de interpretación. Por lo general, muchos se conforman con escuchar o leer significados bastante simples y lineales, como si fuesen recetas válidas para todo el mundo que equivoque una palabra, cometa un lapsus, lo confunda con un acto fallido, o sueñe con escaleras. Y sin embargo, esto lo hacen quienes sin haber completado estudios y conocimientos, gustan de darlos como si fuesen "grageas" de iluminación instantánea, tal como las escribe un médico cuando receta medicamentos. Quizá por esta razón, el aprovechamiento de la creencia generalizada de que "lo real" es aquello que se capta por mediación de los sentidos, induce a las personas a buscar para sanarse, algo concreto y tangible como las pastillas; que en teoría calman los dolores del corazón, el espíritu y la mente; cuando en realidad los anulan o los duermen; y sirven más para enmudecerlos y esconderlos al entorno, -que muchas veces es el que se ve trastornado y rechaza la aparición del sufrimiento psíquico de uno de sus miembros-, que para curarlos.
El día que se comprenda que por definición, el alma, la psique, el espíritu y los sentimientos no se tocan, se comprenderá que el modo de acceder a ellos, es por la misma vía de lo intangible.
domingo, 9 de junio de 2013
LA TRAGEDIA GRIEGA Y LAS MÁSCARAS EN CASA
La competencia sólo es leal y posible de igual a igual, pero si en una carrera hay alguien a quien le faltan las piernas o se coloca a un niño al lado de un adulto, no se trata de competir sino de "eliminar", intentando que no se note la intención a todas luces manifiesta y sin embargo invisible para sus actores.
Esta es una situación que solemos transitar sin necesidad de participar en deportes competitivos y suele hallarse presente en los vínculos familiares en situaciones en las que un padre coloca como pareja a un hijo, compite con el mismo intentando medir su poder, actúa con sorprendente calidez para con uno mientras ignora a su espos@ y otro más se queda con el/ella, para no defraudar a los pequeños..., y no tan pequeños.
Hay muchas formas de crear competencias malsanas y llenas de lugares imposibles donde nadie gana, relacionándose indefectiblmente ésto con una imposibilidad de vivir la vida sin precisar de máscaras, engaños o triángulos, en los cuales necesariamente alguien está en desventaja respecto de los demás.
Es por ello que la mitología que parece un "cuento", no exagera cuando plantea situaciones en donde un hermano es a la vez esposo, padre o amante, siendo la hija, además de hija, esposa, madre o hermana del protagonista. Estos mitos son el retrato simbólico de las pasiones y engaños cotidianos, y deberíamos tomar nota de todo aquello que día a día sucede, creyendo que lo irreal vive de las puertas para afuera de nuestro propio hogar.
Después de todo un mito no es una mentira, sino algo que no sabemos leer o interpretar: todo lo vemos más claro cuando le sucede a otro, pero lo que tenemos muy pegado a la nariz es difícil que pueda cobrar contornos claros y por lo general, lo que menos sabemos leer es nuestra vida.
Después de todo un mito no es una mentira, sino algo que no sabemos leer o interpretar: todo lo vemos más claro cuando le sucede a otro, pero lo que tenemos muy pegado a la nariz es difícil que pueda cobrar contornos claros y por lo general, lo que menos sabemos leer es nuestra vida.
domingo, 19 de mayo de 2013
QUE ES EL DESEQUILIBIRO
Cada vez que nuestra conducta se inclina demasiado notoriamente en una dirección, que nos trae problemas o nos causa sufrimiento, tendemos a "equilibrarla", -en la mayoría de las veces de forma muy elaborada-, reaccionando de manera tal, que nuestros desatinos parezcan al menos a nuestros ojos, compensados. Un ej. terrible pero muy claro de tal actitud, es la bulimia; en donde, después de un episodio de "atracón", se intenta un vómito, cosa de no padecer la consecuencia de tener que encontrarnos en el espejo, con una imagen que no deseamos ver. Sin embargo, al leer esto puede que creas que las personas "sanas", no tenemos ese tipo de síntomas; y que solo están reservadas a aquellos que tienen muchos problemas sepultados en alguna capa del psiquismo profundo. La cuestión es que no todas son reacciones que nos llevan a exponer el cuerpo físico en juego; pero sí existen otro montón de actitudes, que hablan del daño preexistente en la esfera emocional, y cuya solución se intenta mediante el hallazgo de un camino por cuya vía se compense o se niegue el dolor, la falta, o el daño que se le ha grabado de algún modo al alma. Es muy frecuente encontrar en el mundo de los profesionales, una enorme cantidad de personas que ha elegido su vocación como modo de compensar una carencia o un estado doloroso; y por ej., entre las más omnipotentes; -como la del conocido cirujano-, hallamos oculto bajo el guardapolvo, una impotencia nacida de un tortuoso y sádico complejo de inferioridad. Popularmente se dice que "los psicólogos son locos", y si bien toda generalización es errónea, existen postulantes que ingresan a la carrera, tan sólo a buscar un papel o título que certifique que no son eso que por dentro sienten como una amenaza: la locura. Lejos de que el estudio los trastorne, la falta de equilibrio es anterior, y el estudio no hace más que ponerlo en evidencia. Otro ejemplo vox pópuli, serían los amantes de la abogacía, cuya "búsqueda de justicia", intenta remediar alguna situación vivida como injusta, padecida real o imaginariamente a manos de sus padres, transformándose en las famosas "aves de rapiña" cuya conocida tendencia a sacar ventaja de donde sea, es el leit motiv que los lleva a "ganar" la contienda a como dé lugar; incluso de forma injusta; tan injusta como fué la diferencia que siempre estará a favor de sus padres.
En fin, podríamos seguir con la lista, y nos faltarían mil casos por mencionar; y por este motivo, siempre existirán muchos lectores que al no identificarse con la bulímica, ni poseer una profesión que enarbolar; crean que han escapado de reaccionar como seres humanos y tener actitudes compensatorias. No obstante, no hay nadie que no conozca al famoso "SER DE LUZ", cuya oscuridad asoma antes que se vaya el sol; o el AMOROSO, que se la pasa enviando besitos, cariños, corazoncitos y dulzura a granel; aunque en la intimidad se comporte como una persona con un gran caudal agresivo. Están también quienes en nombre de una superioridad ESPIRITUAL te miran como asomados de un balcón desde 5 pisos más arriba, y haciendo flamear una soberbia gigantesca, se arropan en "bendiciones" y te cubren en "namastés", mientras por supuesto, su meta está en venderte sus sahumerios, a 30 dólares el par.
En fin, podríamos seguir con la lista, y nos faltarían mil casos por mencionar; y por este motivo, siempre existirán muchos lectores que al no identificarse con la bulímica, ni poseer una profesión que enarbolar; crean que han escapado de reaccionar como seres humanos y tener actitudes compensatorias. No obstante, no hay nadie que no conozca al famoso "SER DE LUZ", cuya oscuridad asoma antes que se vaya el sol; o el AMOROSO, que se la pasa enviando besitos, cariños, corazoncitos y dulzura a granel; aunque en la intimidad se comporte como una persona con un gran caudal agresivo. Están también quienes en nombre de una superioridad ESPIRITUAL te miran como asomados de un balcón desde 5 pisos más arriba, y haciendo flamear una soberbia gigantesca, se arropan en "bendiciones" y te cubren en "namastés", mientras por supuesto, su meta está en venderte sus sahumerios, a 30 dólares el par.
Después de este artículo, hay algo que tiene que quedar sumamente claro: el exceso de algo, habla siempre de una compensación. No por ello todos los cirujanos son sádicos, no todos los psicólogos son locos, no todos los abogados son déspotas, no todos los iluminados son oscuros, no todos los espirituales son materialistas. Sin embargo hay que anotar, observar y meditar, acerca de que todo lo que se hace EXCESIVO en una dirección, -e incluso monotemático-, encubre algo de signo contrario en la otra punta del espectro. Exceso de euforia, exceso de santidad, exceso de extraversión, exceso de exposición, exceso de transparencia, exceso de maldad, exceso de generosidad, exceso de caridad, exceso... de lo que fuere; es siempre una conducta compensatoria y desequilibrada.
Como siempre, lo más adecuado es el balance, puesto que de él nace el equilibrio, y del equilibrio nace la unidad.
La vida tiene dos polos: arriba-abajo; adentro-afuera; derecha-izquierda; día-noche; sueño-vigilia; consciente-inconsciente..., y todo se alterna en un ritmo constante para poder formar una totalidad. Si al amanecer le siguiese otro amanecer, no existiría el día como "unidad", puesto que para que ello suceda, es necesario también la existencia del anochecer. Entonces somos como una moneda, que para ser tal, también precisa de dos caras: mostrar la más agradable, sirve para poder tener un valor, y vivir en sociedad; aceptar la menos grata, nos sirve no solo para convivir con mayor sinceridad, sino para reconocernos como seres completos.
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