jueves, 1 de octubre de 2015

LO QUE OLVIDAMOS "SIN QUERER"

Las personas hacemos muchas cosas sin saber. La más frecuente y más desconocida, consiste en "olvidar" sucesos, capítulos, gestos, momentos y experiencias que nos provocaron un fuerte impacto; siendo esas huelas reemplazadas por una versión light o directamente deformada del hecho original.

Dicho "golpe" que tanto ha dolido equivale a un trauma, que a diferencia de la visibilidad que conlleva al producirse en el cuerpo, -como un yeso, un corte, una amputación o una cicatriz-,  se convierte en algo que aunque imperceptible, vive en un rincón oscuro de la psique, evitando cuidadosamente ser despertado por cualquier situación presente que nos enfrente a lo que no queremos ver. Es por ello que también de modo inconsciente, hacemos "recortes" de la realidad como para evitar que cualquier palabra, actitud o escena, nos devuelva a esa angustia que supimos enterrar.

La existencia de este "trauma" se detecta a través de respuestas emocionales, sueños, sensaciones o reacciones de una intensidad o magnitud que no podemos explicar ni a nosotros mismos.  No obstante, nada más lejano a nuestras intenciones que hacer consciente ese dolor del que ya ni tenemos registro consciente y preferimos ahuyentar diciendo "menos mal que fué un sueño" o un mal entendido o cosas similares que nos permitan explicar, redefinir y en el fondo cantarnos una canción de cuna que nos permita seguir "soñando" o viviendo en paz.

Gracias a esta capacidad de recortar lo que podría enlazarse al trauma archivado,  vamos construyendo nuestra vida en torno a un modo parcializado de ver la realidad. No has visto cuantas versiones tenemos incluso sobre un mismo hecho?.

Cuando  el recorte que debemos hacer es ya de tal magnitud que nos resulta imposible negar que algo terrible nos sucede, es cuando marcamos el teléfono del psicólogo. No obstante, mientras podamos manejarnos en términos no desbordantes de pena, mientras que podamos negar que nos duele, mientras insistamos deformarnos para encajar en el traje-versión que hemos fabricado de nuestra existencia,  estaremos mucho más proclives a creer que no hay nada que debamos conocer de nosotros.

Pero la consciencia no es algo que se consigue nombrando la palabra luz, sino avanzando al reconocimiento de nuestra sombra, tomando las partes amputadas y reconstruyendo nuestro SER y nuestra escencialidad. Para ello, lo mejor es buscar a quien creamos confiable para atravesar las sombras. Ningún dolor se va negándolo o tratando de digerir su impacto a fuerza de olvido.

No hay comentarios:

Publicar un comentario