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martes, 26 de marzo de 2013

CAMBALACHE, SIGLO XXI.




Me pregunto quien podría pararse frente a una escritura egipcia, y ante todos esos jeroglíficos, exclamar con soltura y sin temor a ser tildado de necio: "No, yo no creo en lo que dicen"?. Sin embargo, no son pocos los que pueden adherir ciegamente a alguna teoría, sin haberla siquiera experimentado por sí mismos o comprobado lo suficiente. Pareciera que sólo es cuestión de que "pegue" con nuestro bagaje de conocimiento, y que no desentone con nuestro edificio conceptual previo, como para que la defendamos o libremos batallas ardorosas, denostando la posición que creemos, -otra vez la palabreja-, que se encuentra en la vereda contraria. Y es que solemos intercambiar sin mayor empacho, a la palabra "creencia" por "entendimiento"; y en un ejercicio de costumbre acrítica, -que venimos practicando cada vez con mayor asiduidad y automatismo-, terminamos siendo movidos por una subjetividad que tras el capricho esconde una mente que cada vez piensa menos y repite más. Así, y con liviandad, vamos convirtiendo a la ciencia en religión; mientras que pasamos la religión a la columna de las ciencias; y sin poner al menos una pausa para respirar, no nos molestamos en averiguar la fuente de donde procede tal o cual información, y menos el origen de algunas ciencias antiguas que por motivos complejos y de poder, se caratularon siempre de superchería por temor a que el hombre deje de temer a su Dios. Como voy a perder tiempo?, -nos susurramos para consuelo-; total..., que más da!, si las escuelas son recintos para llevar a los chicos mientras los padres trabajan, o meros lugares de concentración para que un loco cargue un arma y salga a matar niños.


-Están cerrando escuelas porque no hay alumnos que pisen sus aulas, en este último año fueron 16 escuelas en un territorio tan pequeño como la provincia en la que vivo, y para muestra basta un botón;

-El mayor rating es el de los programas escandalosos;

-Poca gente va al teatro en comparación con la que concurre a las canchas de fútbol,

-y una gran mayoría no lee noticias sino que repite lo que escucha, sin tomarse la molestia de averiguar si es tan solo un rumor.


Quizá debamos replantearnos a donde creemos que vamos, si es que se puede usar la palabra "vamos", en lugar de usar el correcto "a donde nos llevan" de las narices; haciéndonos creer que somos autónomos, libres y extremadamente inteligentes, mientras todo está indicando que lejos estamos de crecer y ejercer nuestra libertad.