viernes, 18 de noviembre de 2016

QUE SE HA QUEBRADO EN LAS RELACIONES?, DEL NO TENGO NOVIO A LA VIOLENCIA DE GÉNERO


-por Lic. Gabriela Borraccetti-

A medida que pasa el tiempo y vamos alejándonos de los años en que la mujer era la fregona de la casa, arrodillada para limpiar el piso y condenada a ser un modelito de predisposición para la vista y los antojos de su marido, nos adentramos en una cada vez mayor encrucijada respecto de cual es el rol de una mujer que no quiere ser ni la geisha del hombre, ni la SOLTERA que pasa por "rara" por no "conseguir" pareja.

El problema es que hay muchas cosas que hemos cambiado y nos pasan desapercibidas a la hora de evaluar POR QUÉ estamos sueltas (no solas como se nos quiere hacer creer).

En primer lugar, no hay que olvidar que el matrimonio y la monogamia, no son otra cosa que un invento cultural creado para asegurarle al señor que su señora esposa, no le será sexualmente infiel.

Eso de que "la madre es siempre cierta, el pater sempre incertus est",  no es solo una frase que describe lo imposible de saber a ciencia cierta si el esperma que entró en el óvulo de la mujer, es el del "dueño" de esa propiedad sexual privada que hemos sabido ser,  sino que fué el motivo principal por el cual se creara el tabú de la VIRGINIDAD, seguido para refuerzo por la institución del SAGRADO MATRIMONIO,

Una vez  ingresada al mundo del registro civil y anotadas en un libro de oficialidad,  sigue el consumo de los espejitos de colores con la  emocionante bendición, -las que quedan afuera no tienen esa dicha-, el vestido blanco pureza, - que remite al himen intacto que de intacto no tiene nada-,  la fiesta, -un derroche de dinero que podría garantizarnos más de un viaje de placer-, y la entrada triunfal por la pasarela de alfombra roja, quizá única posibilidad de convertirnos en una STAR.

Este último paso es fundamental, puesto que TODAS LAS MIRADAS se posarán boquiabiertas en nosotras, -al menos eso imaginamos-, cumpliendo así el deseo infantil de cobrar la fama y el mismo protagonismo que las estrellas de Hollywood. (Otra de las trampas del ego que entusiasma más por el cotillón, que por la fe  sospechosa de tanta gente que para lo único que entró a la iglesia, fue para ser OBJETO de la mirada del otro y no quedar fuera del plato de los sacramentos).

Acto seguido, el rito se cierra con la argolla en el dedo, es decir con la "idem" sellada y obturada en incorruptible oro, dejando entender que allí, en ese agujero, no entrará más que ese solo dedo. (Léalo como guste).

Hasta acá, las cosas como nuestras tatarabuelas, abuelas, madres y en realidad toda la cadena de mujeres que nos precedieron, nos enseñaron. Y vaya que por suerte, no salió muy bien.

Las hijas de la última generación de vírgenes temerosas de no poder casarse jamás, dio  a luz a las primeras hetairas que se atrevieron a denunciar que tenían hormonas, que querían libertad y para ello,  entre otras cosas, se sumaron a la casa, los hijos, la limpieza y la cocina, el yugo de la vida laboral bajo patrón.

Eso nos haría libres. Pero... libres de que o de quien?.

Ninguna quería parecerse a su madre: la esclava familiar encerrada siempre en casa, que con el carácter agrio y llorando en secreto su hartazgo, escondía la siempre insidiosa sospecha o confirmación de que "allá afuera", todos tenían una vida que ella desconocía. Incluida la de su marido.

YO NO VOY A SER IGUAL QUE VOS!, fué el grito de guerra. Y ahí empezó la desobediencia.

Dejamos de temer la soltería, nos abrimos a la sexualidad, al trabajo y a las mismas tareas que el hombre, pero no dejamos en el fondo de ser Susanitas.

El problema es que roto el pacto de principal interés, -el controlar la sexualidad femenina para apuntalar el poder masculino-, ¿cual es el negocio de casarse con alguien que ya no tenga miedo de ser estigmatizada, apedreada y dejada fuera del mercado casamentero por haber roto su himen antes de la boda?

Sin darnos cuenta, rompimos con el contrato sexual disfrazado de amor, blancura y campanitas. El cerrojo que se nos colocó en los labios inferiores se abrió y eso nos vale ahora la violencia de género y el lugar de objeto descartable.

Hemos escuchado, seguimos viendo y nos seguirán alimentando a fuerza de novelas, -ahora a través de facebook por si no tenemos tiempo de ponernos a tejer mirando la tele a la tarde-, los viejos libretos que ahora, solo sirven a las ganancias de la industria de la fiesta y tratan de mantener una serie de variables que sostienen un sistema de consumo que moriría si se termina la institución del matrimonio.

Para quienes manejan el poder y saben del negocio que significa la familia, no será nada difícil hacernos la película de que existe en algún lugar el hombre tierno, incondicional, que muere en silencio por nosotras, se hace el duro pero en realidad nos escucha y después de trabajar todo el día, no ve la hora de preparar el mate para esperarnos en casa y saber que nos sucedió en el trabajo, aunque disimule malestar para no parecer un flojo. Ahhhhhhhhhhhhhhhhhhhh! que paraíso!.

En lugar del anillo, -y como no encontramos otra forma de ponernos vestidos para pisar un altar donde todos nos vean-,  nos sacamos selfies con un beso para colocar en la portada de la red social y dejar en claro que EL ME PERTENECE.

Obviamente, las que no consiguieron una foto pública, -supletorio devaluado del antiguo anillo-, evalúan ese gesto como signo de "novia oficial", aunque la oficialidad hoy dure 3 días.

Como vemos, en un análisis simple, básico y sin entrar en demasiados detalles, podemos comenzar a observar que la liberación nos valió violencia de género: se nos pega y se nos castiga por haber dejado de ser una propiedad y un servicio de cama y lavandería a cambio de una sortija.

Y por supuesto, hasta que comprendamos de verdad, en forma íntegra y esencial el significado de nuestra libertad, tardaremos en asimilar que no tenemos que dar pasos hacia atrás, llorar y ceder hasta el maltrato, para no sentirnos "fuera del mudo". Recién comienza un duro camino de despertar a una verdad que está lejos del mundo que nos pintaron con moños rosa.

Aún nos queda mucho por comprender acerca de nuestro papel en el mundo: no se trata de ser la señora de, no se trata de ser la flaca, la linda, la exitosa para.... Se trata de ser personas felices antes de buscar la felicidad en el único y fracasado modelo de tener que ser un bien que se anota como  perteneciente a fulano en un registro civil.

Si alguna vez dos personas se encuentran, es porque dicho encuentro no está basado en ceder posiciones. La PARIDAD es la única forma de caminar juntos y por el momento, somos hombres y mujeres que están abandonando un paradigma obsoleto para forjar uno en donde el dominio, la cosificación y el maltrato, queden atrás.

Ellos tendrán que asimilar que no somos su propiedad. Nostras tenemos que comprender que eso no era amor.

Si estás suelta, si es difícil caminar de a dos, no es porque eres "rara", fea, poco querible o una especie de alien, sino por el contrario, alguien habitada por un divino descontento que impide quedar atascadas a formas injustas de amores equivocados.

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