domingo, 11 de enero de 2015

QUIEN SOY, DONDE ME PERDÍ, COMO ME ENCUENTRO: UN CAMINO INDIVIDUAL

Podría empezar este artículo dando una clase teórica de psicología, pero algunas veces no hay mejor forma de que se entienda que a través de un ejemplo práctico.
Lo que vas a leer es parte ínfima pero importante de mi experiencia personal que lejos de ser un ejemplo de olas en calma, ha tenido maremotos, tsunamis y todo aquello que pueda horadar de forma profunda el más manso de los elementos: o acaso el agua no modifica a una roca con el tiempo?. 
Sin dudas, lo que me dió las características fundamentales de mi carácter, fueron los sucesos que se registraron desde el mismo momento de mi concepción: el sentir de mis padres, el ambiente que los rodeaba, el clima familiar, el social e incluso los descubrimientos y el termómetro universal, que aunque nos parezca poco posible, pasó también por vía venosa y sutil a ser parte de mi forma de mirar la vida. Algunos verán como algo exótico eso de que el conocimiento universal pueda ser parte de nuestro bagaje congénito, pero basta con ver  hoy que los niños nacen prácticamente sabiendo manejar una tablet y todos acordaremos que no fué por tomar clases con Steve Jobs o con Bill Gates. Entonces, si eso se graba en nuestra memoria inconsciente, ¿que no se puede grabar de todo lo que esté más cerca del bebé, incluyendo las memorias de los padres?.  Ud. puede tomar o no dimensión de este hecho, pero coincidirá en que es imposible tener recuerdos de tales sucesos que por otra parte, no tienen ni tiempo, ni espacio, ni palabras que puedan definir si quiera el día que descubrimos la función de "enter", no obstante sabemos muy bien para que sirve. O al menos, los niños hoy lo saben.  A partir de aquí hay una cantidad de "recuerdos" que jamás podrán ser definidos de un modo claro, pero eso no les quita peso. 
A partir de la función de la palabra, -momento en el que empezamos a definir, enunciar, conceptualizar y ordenar el mundo-, sí podemos rescatar aquellos que tuvieron algún impacto en algún lugar de nuestro ser. Para no enumerar la cadena de los primeros hasta los últimos que he registrado como significativos,  tomaré algunos que acontecieron en un breve lapso de 6 años y que explicarán por ej., por qué elegí esta profesión. De los  9 a los 15 sucedieron cosas que marcaron o re-marcaron el camino que iba a tomar en la vida, pero como suele suceder, esos primeros signos sucumben al peso de la educación y fueron deformándose hasta enterrarse por completo junto con mi verdadera forma de ser, sentir, pensar. Aún así recuerdo que  primero, -o segundo o tercero, porque no importa tanto el orden como sí el grupo de acontecimientos-, estando en casa de mi tía Delia, tomé de una biblioteca el libro de Lobsang Rampa gracias a que me llamó la atención que pudiera existir otro ojo en nuestra cabeza. Ya todos sabrán que se trató del "El tercer ojo" y con 9 años se me abrió uno más que aunque no fuera el allí descripto, me regaló otra visión de la vida. La experiencia tenía a partir de ese momento una dimensión muy distinta que no coincidía con ninguna de las que estaba aprendiendo desde la crianza cotidiana y que para peor, chocaba con ellas. Disconforme desde el vamos con la escuela católica, -lo que menos entendí fué eso de que hay tener temor de un Dios que en teoría es amor-, me pareció bastante más potable la posibilidad de despertar un sexto sentido, -así lo interpreté en aquel momento-, que amar a alguien en forma de estatuita, con barba y que en lugar de amor parecía más una amenaza para ciertas conductas bastante naturales, que una protección incondicional. Con esa misma edad, dos libros más salieron de la misma biblioteca: uno fué acerca de los partos y el otro "El exorcista". Gracias a mis escasos años y el total desconocimiento de como venían los bebés al mundo,  la única fotografía que pude ver me generó tanto dolor como si estuviera pariendo, cuestionándome acto seguido acerca de si realmente mi intención de ser cirujana era viable. Seguramente sería yo la que se desmayaría en el quirófano al ver la cara sufriente de una madre a la que para parir, se le abría un enorme agujero en el cuerpo lleno de sangre y gelatina que se parecía mucho a las escenas que había imaginado al leer el exorcista aunque rechazase tal asociación por parecer venida directamente del "diablo". A decir verdad, no sé cual me asustó más de los dos, pero por alguna razón, esto de expulsar vida o muerte desde lo físico, terminó por desviar la vocación del bisturí al alma: allí no hay sangre, no hay tajos, no hay impresión pero sí hay muchos secretos que pueden generar el mismo tenor de sufrimiento, teniendo un gran peso que por entonces, comenzaba a intuir por la dificultad de transmitir en palabras fáciles todo aquello que formaba parte de las dudas de mi alma, los sueños y una cantidad de sensaciones que parecían tener una relación que no encontraba.
Con el tiempo, muuucho tiempo, muuuchos años después, supe que ahí, en lo intangible, por debajo de lo que en apariencia parece diferente, subyace algo que es esencial y que guarda relación con un todo coherente que al revelarse, -si es que nos esmeramos en revelarlo-,  nos da la llave de acceso al propio mundo, a la propia verdad, al camino individual y al conocimiento de que cada uno crea su universo a la vez que es parte de uno mayor. Mientras tanto, y apenas llevando el guardapolvos de la primaria o parte de la secundaria, no tenía herramientas para transmitir a mis padres estos pensamientos que relacionaban lo que no se ve con lo que sí se ve. Ni bien ellos tuvieron algunas noticias de mis elucubraciones, consideraron que algo me estaba trastocando de un modo particular, que ya se me pasaría, -como si fuese una enfermedad-, y que todo eran cuestiones infantiles, hormonales, de celos y una cantidad de explicaciones que parecían a mi entender, ridículas y hasta estigmatizantes. O los locos eran ellos, o la loca era yo. Y no es dicho generalizado que los psicólogos son locos?. Obviamente comencé a creer que toda la vida tendría que pasarla escondiendo mis pensamientos para no quedar en falsa escuadra. ¿Como podrían ellos entender que el tipo de cosas había leído de una biblioteca familiar pero ajena, iban a tener semejante impacto en mi cabeza?. ¿Como podrían haber adivinado que desde los 6 años, lo que escuchaba en la escuela religiosa me taladraba el cerebro porque no me parecía coherente  decirle a un hombre, de carne y hueso e igual que yo, cuales eran mis pecados porque gracias a eso, Dios me perdonaría?. Como podrían ellos comprender que lo que les parecía mejor, -un colegio pago, el mejor de los bocados-, para mí era una tortura mental cada vez que se mencionaba un dios todopoderoso que me miraba desde un triangulito hasta cuando me bañaba, hacía pis o pensaba al revés de lo que se me enseñaba?. En fin, no es fácil salir de tales encrucijadas y siempre, a cada paso, hay que elegir si creer en los mayores o creer en uno mismo, y es lógico que por ser una niña, opté por no sacar a mis mayores del pedestal de la verdad. 
Con el tiempo, -y como era de esperar-, se me estrechaba caminar por un pasillo angosto que no era el mío, con pasos que no eran míos, con tiempos que no eran míos, pensamientos que no eran míos y razonamientos que tenía que aceptar sin chistar so pena de ser tildada de "rara". Y terminé siendo la rara porque no podía vivir enchalecada a otros aunque fueran mis padres, el cura, dios o magoya. De ser dócil, temerosa, tímida, insegura y tener una gran confusión en la cabeza, en el corazón y en todo lo que se pueda llamar vida más el terror a pasar por la pérdida del amor, tuve que empezar a librar batallas para reconquistar cada una de las partes en las que se me había dividido para ser "coherente" con todo lo que no me identificaba. El poder lo tenía Otro dios, la verdad la tenía Otro mayor, padre o madre o monja. presidente, director o persona que tuviera más edad que yo. En síntesis, todo el poder de decidir sobre mí, me había sido enajenado. Recién a mitad de la vida pude decir que  obtuve mi  premio después de atravesar los túneles que más temía para poder salir por lo menos del canal de parto. Mientras tanto, la negación de sí mismo es como estar muerto en vida, y aunque suene muy fuerte, quien puede decir que está vivo cuando no puede sacar a la luz lo que realmente siente, piensa o sospecha?. Quien puede llamarse feliz si tiene que enterrar su verdadera identidad para no ser expulsado del edén al que se accede por obediencia?.  
Uno no es uno mismo si se deja tragar íntegramente por la formación que recibe. Es más, sospecho que el verdadero nacimiento acontece el día en que nos damos cuenta de que no somos adaptables al mundo, sino que por el contrario, el mundo se adapta exactamente a lo que creemos. La física cuántica es la que mejor lo explica, pero el psicoanálisis fué el primero que a través de Freud y Lacán, -figuras a las que hoy se apedrea por los cultores del ego que  pregonan y venden que se disuelve con unos pocos ejercicios -, plantearon que para llegar a ser uno mismo es necesaria la sub-versión del Sujeto. Y vaya que uno tiene que convertirse en subversivo cuando contraría a una autoridad, un saber, una forma de hacer o de pensar las cosas que no tienen fácil conexión en el mundo visible. 
Quedar anclados a lo tangible, al cuerpo, a lo que se puede palpar, medir y ver tal como lo hace la ciencia, nos deja ajenos del sustrato poderoso de la psique que  deposita en un Otro, (uno u Otro dios, Otro hombre, Otra autoridad, Otro poder), el poder de comprender NUESTRA vida y transformarla en algo que valga tanto como encontrarse con el mismo dios en persona. Recuperarlas solo es posible a través de la búsqueda de nuestra verdadera identidad cuya raíz se hunde en el inconsciente  y quien a su vez es el que suele fabricar nuestra realidad cotidiana. No olvides que nadie crece a través de las presiones externas, que estas solo sirven para dirigirte a tu interior y que solo te habrás encontrado cuando siendo árbol, tus ramas nazcan de adentro y no sean atornilladas desde el afuera. 

1 comentario:

  1. Buenìsima reflexiòn de un derrotero licenciada.Los recorridos son importantes ponerlos sobre la mesa y analizarlos como ud lo hace para poder observar de donde proviene nuestra esencia y de que forma podemos mejorarla o prpcesarla.Me deja ahora un trabajo para hacer sobre mi vida .Gracias y saludos cordiales. Maria Agueda Miranda Iturre,

    ResponderEliminar