miércoles, 19 de octubre de 2016

ANTES DE LLAMAR A ALGUIEN FEMINAZI



Algunos chistes que corren por internet, terminan "aguados" por la protesta de mujeres a las que se denomina de un tiempo a esta parte, como "feminazis". Mujeres que al ver en una página graciosa el dibujo de un hombre abriéndose el sobretodo, con la pelvis inclinada hacia adelante, frente a una señora horrorizada y al lado de una leyenda que dice "vení a vernos que te mostramos todo", en lugar de reir, se indignan.


En lugar de sumarse al show del ingenio, el festejo y la chanza, ella levanta una queja, explica su desaprobación y tira por la borda con su "fanatismo", el clima festivo del resto que se toma revancha por ese acto irrespetuoso de poner el grito en el cielo. Uno la insulta, otro la destrata, otro la manda al psicólogo, otros defienden al autor del post, otros la califican, otro la descalifican, muchos se burlan y alguno, a las perdidas, intenta entender aunque no entienda.


La reflexión es: Acaso una mujer puede reirse de lo que viene pasando en un tren o un subte desde que asomó su cabeza al mundo?. Puede quedar impávida ante esos tipos que la acosaron desde pibita diciéndole o mostrándoles sus genitales en plena calle?. Y si es madre, puede vivir tranquila al ver a su niña frente a la pantalla de una computadora? Puede ella quedar como si nada cada vez que su hija sale del hogar aunque sea a comprar un caramelo?. Puede alguien tener el corazón en paz a sabiendas de que si antes esto sucedía, ahora como si fuera poco, puede costar la vida?.


Para los hombres, -que no han sido acosados, bombardeados a groserías acerca de su cuerpo, franeleados en el transporte de pasajeros ni han sentido jamás en su cuerpo el friegue de los genitales de nadie-, esto es solo un chiste.


Para quien lo vivió o lo vió alguna vez, -casi todas hemos encontrado algún pajero por la calle-, sabemos muy bien del terror que causa, la impotencia y la indefensión que se siente. Y es obvio que quien más presente lo tendrá, es la mujer que por lo visto, sigue bastante sola el camino que le toca transitar. Mientras el hombre considera a la calle como un espacio común, la mujer lo transita en medio de una balacera de agravios a los que se llamó "piropos", donde su cuerpo fué objeto de observación, calificación y guarangada y junto con ello aprendió que el hombre, podía avasallarla y tratarla como a una cosa, una inferior, un objeto. Lo terrible es haber tenido que llegar a este extremo para pedir por favor, que no nos maten ni nos maltraten. En muchos casos, aún no somos conscientes de hasta qué grado esta sociedad, nos ha condenado al lugar de la falta. De hecho, "ellos tienen" lo que nosotras no. Así es el tema del poder en un psiquismo falocéntrico.


Muy lentamente iremos encontrando nuestro lugar: después del feminismo, después del machismo y después de tantos sismos e ismos que quizá nos dejen arribar al territorio de lo femenino. -Gabriela Borraccetti