martes, 14 de enero de 2014

LAS GRASAS Y LOS CONFLICTOS DISFRAZADOS DE PREOCUPACIÓN

Hay muchas formas de manifestar desaprobación, disgusto, enojo, rencor e incluso antagonismo por alguna situación, y las personas que intentan ser siempre agradables o adoran formarse acerca de sí una visión positiva, moderada y diplomática , acuden a formas que realmente pueden pasar hasta con cierto éxito el etiquetado de "rechazo" que cualquier persona reconoce cuando está siendo receptora de algún tipo de descalificación.  Basados por ej. en cuestiones de "salud" y sobre todo fundados en una "preocupación" al respecto, se pasan facturas que en el fondo llevan un reclamo y generalmente una demanda de amor. Hay quienes comienzan su frase diciendo: "NO es por estética, pero estás muy gord@ y peligra tu vida", lo cual puede ser realmente cierto y normalmente la obesidad trae complicaciones variadas y complejas que van desde el subir un escalón hasta el famoso colesterol y sistema circulatorio. No obstante, la partícula NO, está allí denotando que en realidad, lo que se está condenando no son solo los rollos y las grasas trans o saturadas del otro, sino algo que va más allá de lo dicho con cautela y hasta presunción de cariño. Pero..., ¿Que es eso que podría causar tanta crítica en quien intenta en realidad, hacer sentir al rollizo como si fuera una cosa a la que se puede apreciar como si fuera un objeto a ser observado?. Por supuesto, hay miles de cuestiones que en el fondo, pueden estar siendo la causa de la agresión: viejas deudas afectivas, emotivas, materiales, así como también desamor real o maginario que siente quien intenta negar en sí mismo, una bronca que ha tragado tan vorazmente como su criticado y obeso espejo. Quizá es por ello que la obesidad despierta tanto encono, tanto maltrato y tan poca consideración, y un lugar espectacular donde ir a tirar los dardos que no se tiran a un rengo, a un sordo, o a un minusválido. En el caso de estos últimos, incluso se considera de "mal gusto" observar su imposibilidad con una mirada directa, y al revés del gordo, los ojos se desvían como si no vieran nada diferente en quien cojea con sus muletas. En fin, disfraces diferentes para egos que no soportan su propia renguera, pero retomando el tema de la inflación corporal, se considera al opíparo amigo/compañero/pariente como alguien que se dedica al placer mientras que el "benefactor de su salud" quizá se encuentre portando el peso de alguna factura, -bola de fraile o deuda de cualquier tipo-,  que no puede digerir. No existe nadie en el mundo que no desearía comer helados, chocolates, postres, asados, pastas, salsas, frituras y demás manjares, sin tener que pagar con el peso de  hidratos, calorías y kilos;  de tal modo que cuando se avizora un monumento a la plétora, se dispara automáticamente la creencia de que ese otro vive "una vida de placeres" contrapuesta a las imposibilidades que siente quien dispara su crítica o su preocupado consejo.
La cuestión de los kilos es realmente una vía de escape, pero no solo para quien los lleva puestos, sino para quien no los quiere llevar en el cuerpo y los deja almacenar en el alma. Cuidado: cada vez que uno se enfrenta a un espejo que le arranca observaciones y críticas que nadie le pidió, es posible que esté frente a algo que lo enoja y se ha alojado como kilos de grasa en el alma. Por desgracia, y para negocio de muchos, esta interpretación de auto-rechazo, dependencia e inseguridad se suele adjudicar solo a las personas que se han excedido de peso, pero es válido también para aquellos que se empeñan en mostrarse estilizados por fuera y con grandes pesos por dentro a los cuales les da la espalda.